Miserando atque eligendo

Al cardenal Bergoglio le teníamos todos especial simpatía por esa foto tan humana que circuló por las redes y que hoy les ofrecemos también en Religión Confidencial. Recostado sobre su asiento, porque el trabajo que da el servicio a la Iglesia también cansa, Jorge Mario Bergoglio viajaba en un autobús mientras su desconocida compañera de asiento era absolutamente ajena a su presencia. La otra escena que me ha llenado el corazón, el corazón de católica y de madre, es la de un cardenal arrodillado lavando los pies con el infinito amor de toda la Iglesia, a un grupo de madres solteras con sus bebés en brazos.

Ni quiero, ni puedo, ni debo jugar a los experimentos literarios y periodísticos para concluir si Francisco va a ser un buen Papa. No soy yo quién para juzgarlo y sí para fiarme de la elección del Espíritu Santo. Pero en la evangelización, como en cualquier realidad de la vida, la primera impresión cuenta, y la persuasión, si su fin es casto, está más que permitida. El Papa Francisco nos ha conquistado con su italiano de acento argentino y con su broma sobre el fin del mundo, pero sobre todo con su humildísima oración y con su lema.

El Miserando atque eligendo recoge la literalidad de las palabras de San Beda el Venerable en su homilía 21 en la que narra la escena de la elección del apóstol Mateo. Tengo una especial predilección por Mateo, quizá porque el trabajo de recaudador de impuestos tiene una fama tan escasa en la sociedad como el de periodista. Pero dice San Beda: "lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano, y lo vio con misericordia y eligiéndolo (miserando atque eligendo), le dijo, "Sígueme".

Es una petición que nos lanza el Papa Francisco. Nos dice: no importa, aunque seas un Mateo, un publicano, Cristo te mira con su misericordia infinita y con su misericordia infinita te elige. Elegidos estamos, nos toca dar nuestra parte. Pero no termina ahí San Beda la explicación que quiso recoger Francisco I en su lema episcopal. "'Sígueme' quiere decir 'Imítame'. Le dijo 'Sígueme', más que con sus pasos, con su modo de obrar. Porque quien dice que está siempre en Cristo debe andar de continuo como él anduvo". La clave es tan simple como difícil: ser otro Cristo, el mismo Cristo.

Nos lo ha dicho el cardenal Amigo: para el cardenal Bergoglio, "Dios está metido en todas las costuras de nuestra vida".

María Solano Altaba

@msolanoaltaba

Decana de la Facultad de Humanidades del CEU

 
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