Los acuerdos Iglesia Estado como arma política

Un recién llegado que todavía no ha aterrizado, Pedro Sánchez, postulante a sustituir a Alfredo Rubalcaba al frente de un Partido Socialista que ha conseguido desencantar a sus votantes, lanzó ayer uno de sus primeros titulares. No fue contra la crisis económica, el gran problema que sigue atenazando a los españoles, sino contra la Iglesia, que sale gratis y vende mucho.

Es una cantinela que los socialistas repiten hasta la saciedad, aunque ya se sabe que suena a mantra para repetir en tiempos de tempestad ideológica. Porque culpar a la Iglesia de los malos del siglo siempre vende y arengar a los radicales roba algún voto de esos que se ha llevado de calle el Podemos de Pablo, Iglesias, por cierto.

Pero lo que chirría aquí es que la petición de un hombre que ha declarado sentirse "muy socialista" no cuadra demasiado con el sentido de lo social. Hace solo unas semanas, la Iglesia, esa que quieren recluir al espacio de lo privado, presentaba su memoria anual. Saco a colación una sola de las cifras que facilitaron: el trabajo que en la Iglesia se paga con un euro costaría 2,40 euros si se pagara a precios reales de mercado.

La traducción en rostros es muy sencilla: la religiosa que da cada día sopa caliente a los sin techo en el comedor social de su congregación no cobra por su trabajo más que lo que Dios le regala en gracia. Necesita, claro está, dinero para pagar esa comida, pero su labor sigue siendo bastante más barata que si se ocupara de servir con el cucharón un funcionario en una instalación municipal. El niño sin recursos que recibe una educación inmejorable en un centro de enseñanza concertada, propiedad de una orden religiosa, gasta menos de los fondos del Estado de lo que supone su educación en un centro público. Pensemos también en el hospital, en el centro de acogida de enfermos terminales de SIDA, en el patrimonio cultural de la Iglesia que la propia Iglesia cuida y que concita a millones de turistas cada año en nuestro país.

A social, a la Iglesia no le gana nadie porque la gratuidad del trabajo hecho con amor de Dios no tiene parangón. Se puede discutir desde un punto de vista político si los actuales acuerdos Iglesia Estado son los más adecuados, si necesitarían una remodelación en algún punto, pero atacar a la Iglesia como si fuera la más eficaz arma política, esconde detrás argumentos sociales irrebatibles que se pueden volver en contra.

María Solano Altaba

Decana de la Facultad de Humanidades del CEU

 
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