Un día triste para la historia de España

Bebé en el vientre materno.
Un día triste para la historia de España.

El Tribunal Constitucional acaba de aprobar el aborto, y por tanto da por válido el millón de muertos que ha causado en estos últimos diez años, y los que seguirá causando. No es para sentirse precisamente orgulloso de esta decisión; más bien lo contrario...

Una primera pregunta surgirá inevitablemente en la cabeza de muchas personas normales: los que han  aprobado el aborto, ¿se han regido por la letra y el espíritu de la Constitución, o por su propia opinión personal sobre el aborto, al margen de lo que realmente dice la Constitución? Porque, ¿cómo hacer compatible aprobar el aborto con el "todos tienen derecho a la vida" del art. 15 de la Constitución? ¿Cómo puede ser válida una interpretación de este "todos tienen derecho  a la vida" con negar de hecho ese derecho a los concebidos no nacidos?  Es conocida la historia de la redacción de este artículo de la Constitución, precisamente para que no quedara duda que son "todos", sin exclusión, los que tienen este derecho fundamental. 

Por otra parte es insostenible científicamente hoy negar la condición de "ser vivo humano" al nasciturus (el que ha de nacer), desde su concepción. No es una cuestión opinable, sino algo demostrado sin duda alguna. En el documento publicado por los Obispos el pasado mes de enero sobre las leyes contrarias a la vida humana (titulado "Dios es fiel a su  Alianza) dicen que "desde la aprobación del aborto en 1985, los conocimientos sobre el ADN, las ecografías 3D, 4D y 5D permiten afirmar aún con más contundencia que negar que existe una nueva vida en el seno de una mujer embarazada desde la concepción es irracional" (n. 42)

Puede ser admisible jurídicamente que el nasciturus no adquiera la totalidad de derechos de la persona hasta que nazca, pero no se le puede negar el primero y fundamental de esos derechos, que es el derecho a nacer. Por otra parte, como para tranquilizar la conciencia, se dice que el nasciturus es un "bien protegible jurídicamente". Pero ¿qué protección es esa que no le protege de ser matado?

Tampoco es admisible decir que el aborto es una "realidad social" y por tanto está justificada su aprobación. Con ese falso y cobarde argumento, contrario al sentido y finalidad de las leyes, habría que legalizar tantas otras "realidades sociales", como la corrupción, la prostitución, las drogas, la violencia sexual, etc. Las leyes están para ordenar las actividades humanas hacia el bien común, no para dar validez a las lacras sociales.

Nunca el derecho de la mujer a su ambiguamente llamada "salud reproductiva" puede anular el derecho a la vida del hijo que lleva en su vientre. Solo cuando la vida del feto sea, en sí misma, un peligro real para la vida de la madre, se podría extirpar, porque en ese hipotético caso -hoy muy poco frecuente- el feto se comportaría como si fuera un tumor maligno que se debe operar.

Los obispos españoles, en el documento de enero citado anteriormente dicen que  el aborto "se sigue fundamentado en una ideología ya obsoleta, basada en el poder absoluto del individuo, contraria al nuevo paradigma ecológico de los cuidados y despreciando los descubrimientos científicos".

Una sociedad, unos gobernantes, que no defienden y protegen de hecho la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural, recuerda los peores momentos de Europa del pasado siglo XX. Sería una sociedad que no puede progresar socialmente, moralmente, demográficamente, porque falla el derecho fundamental, que inevitablemente lleva al egoísmo, al individualismo, a la ausencia de valores y virtudes, al descuido en la atención de los más vulnerables (enfermos, ancianos, embarazadas, etc). También se descuida la formación moral de los jóvenes y se cae en un círculo vicioso. Solo interesa lo material, lo lúdico, lo sensual... Los animales pueden llegar a tener más protección y "derechos" que las personas. El aborto "es incoherente con quien quiere defender una ecología integral donde esté en el centro la vida humana en toda su diversidad"  (Doc. Dios es fiel a su Alianza)

Hay que salir de esa espiral ciega y egoísta, y reconocer y respetar la dignidad de todo ser humano, abierto a la trascendencia, con derechos inviolables que toda autoridad humana que respete la libertad debe reconocer. Todas las personas de buena voluntad tenemos por delante una tarea de la que no podemos desentendernos, hasta derogar estas leyes inicuas, impropias de una sociedad madura. Hoy es un día triste, pero no es el final. El bien puede más que el mal. En nuestras manos está conseguirlo.

 
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