La mejor madre

Virgen de la Victoria de Lepanto.

Ahora, al comenzar el mes de mayo, celebramos el día de la madre, porque nuestra madre, la de cada uno y además, ella y no otra, ha sido fundamental en nuestras vidas. Evidentemente junto con nuestro padre y, si hay hermanos, también con ellos.

Así, nos hemos ido forjando poco a poco, de lo que nos han dado.

También Jesucristo quiso vivir su vida humana así. Pero Él eligió la mejor Madre.

Cuando uno de los más grandes ángeles que conocemos, el arcángel San Gabriel se dirigió a Ella para anunciarle lo que Dios le tenía preparado, le dijo que se llenara de alegría porque estaba llena de la perfección de Dios, de su gracia.

Cuando nació Jesús, no encontraron un sitio más que un pesebre para reclinar al Niño, allí en Belén; pero Ella lo envolvió en pañales.

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Cuando Jesús tenía doce años, la Virgen sufrió con San José la angustia de haberle perdido, pero lo recuperó.

Cuando asistieron como invitados a unas bodas, en Caná, allí estuvo pendiente de todo. Y como los novios eran unos amigos muy queridos, cuando faltó el vino, adelantó el tiempo de su Hijo en los milagros.

Cuando Cristo padeció y murió en la Cruz, Ella se abrazó al discípulo que más amaba Jesús y sufrió con Él, pero Ella no murió entonces, porque tenía que alentar la fe y la esperanza en la Resurrección de su Hijo.

No es de extrañar que, desde antigua tradición, la Iglesia Católica dedica no sólo un día, sino el mes de mayo entero a la que es “la mejor Madre, la Virgen Santa María”

Juan José Corazón Corazón

Sacerdote

Doctor en Derecho Canónico

Doctor en Derecho