Una Navidad encerrados en casa

Belén napolitano del monasterio de San José y Santa Ana.
Belén napolitano del monasterio de San José y Santa Ana.

Todos o casi todos nos ilusionamos, cuando llegan estas fechas de alegría y fiestas de la Navidad, para poner en casa nuestro Belén y el pesebre que nos recuerda el lugar donde quiso nacer Jesús, el Hijo de Dios hecho Hombre.

Es verdad. Esta Navidad la vamos a pasar, probablemente, más encerrados en casa que nunca. Pero, tal vez podamos decidir en qué casa queremos quedarnos encerrados. Puede ser en nuestra propia casa -la de siempre, que ya la tenemos tan manida- pero también podemos aprovechar estas circunstancias para que nuestro encerramiento sea, no en nuestra propia casa, sino en la casa de Dios.

Allí, en aquel pesebre donde estuvo recostado Cristo niño, podemos pasar momentos muy agradables.

Si le miramos, a la vez que le miran María y José, seguramente en la penumbra de las luces navideñas que acompañan al Nacimiento, tal vez podemos ver un pequeño Niño que nos sonríe ante la vida a la que acaba de nacer.

 

 

 
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