No se trata de bautizar el capitalismo

En la Torre de PWC de Madrid, en el piso 34, por eso de que entre números anda el juego, se ha celebrado en días pasados un singular encuentro entre destacados empresarios, CEOs y demás familia, y profesores de Economía y Escuelas de Negocio sobre la ética, lo humano, del capitalismo.

Si el ocurrente lema que se dio a la jornadas, “Back to Basics”, marcaba la tendencia, el movimiento, las intervenciones varias y variadas no defraudaron.

No es usual oír a Juan Luis Cebrián, el mismísimo Cebrián, a la hora de moderar un mesa, -en la que destacó, por cierto, el exministro Eduardo Serra-, hablar de la necesidad de repensar el capitalismo, con datos de macroeconomía y macropolítica económica manejados con soltura.

O escuchar al piloto de la Fundación Madrid Vivo, el abogado Javier Cremades, relatar cómo en un reciente viaje al Líbano, al grupo de empresarios les llevaron a conversar con el presidente del país y con el cardenal patriarca de la Iglesia católica, los dos referentes de las dos alas de esa sociedad plural. Y, a renglón seguido, preguntarse en público: ¿cuántos empresarios estarían dispuestos a conversar con el cardenal arzobispo de Madrid en estos momentos?

Repensar el capitalismo, poner a la persona en el centro de la actividad económica, no es lo mismo que bautizar el sistema económico.

La tarea de la trasformación común de las realidades humanas, también la economía, es un ejercicio de cooperación, de razón. Antes se decía, del orden de la naturaleza, de las cosas mismas. Autonomía de la naturaleza, un relato que, de nuevo, hay que rescatar.

Otra cuestión es el añadido de la aportación cristiana a partir de un plus que se articula en referencias que hacen más completa la pretensión.

Por ejemplo, la aportación del Profesor Stefano Zamagni del cambio de la Responsabilidad Social Corporativa a la Responsabilidad Civil Corporativa, entendido Civil desde la tradición civilizadora, Civitas, al fin y al cabo.

O la interesante propuesta, traída por Javier Cremades, del protagonismo del concepto, y de su articulación, del “valor compartido” de la empresa a partir de los estudios de Michael E. Porter y Mark R. Kramer. Ejemplo de cómo el orden del análisis es el mejor argumento de partida para una reflexión coincidente con la vigencia del Evangelio, o de las diversas revelaciones, para ponernos interreligiosos.

 

Quizá la pluralidad siempre enriquecedora de discursos, y de contextos y fuentes de discurso, nos ayude a aclarar si hay que refundar el capitalismo o volver a las fuentes reguladas del capitalismo ante un escenario de novedad agudizado por las disfunciones del sistema desde la perspectiva de lo humano.

Es posible que lo más interesante fuera que las intervenciones no utilizaban conceptos artificiales o discursos repetitivos. Partían de una experiencia y presentaban inquietudes para las que no en todos los casos había una respuesta o solo una respuesta.

Y esperemos que pronto se editen las actas, o se cuelguen los vídeos. 


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