Los trabajos y los días de la pasada semana

Concluyó, por tanto, la reunión de los obispos en un clima de confianza y de paciencia, al que añadir de espera. El hecho de que la nueva savia del Pontificado del Papa Francisco coincida con un tiempo de cambio en la Iglesia en España se nota hasta en las reuniones de la Conferencia Episcopal.

Esto no quiere decir que los cambios sean golpes de timón y que el rumbo vaya a virar ciento ochenta grados por avante. Por más que los vientos y los aventadores soplen para que todo se acelere, lo que el Papa nos está mostrando es que la renovación de la Iglesia más que un cambio de personas es un cambio de mentalidades y actitudes. También de palabras.

Volvamos a la Plenaria, que duró, en la práctica, cuatro días, por ser generosos. Y si cortos fueron los trabajos y los días, pero intensos, más breve fue el comunicado final, excepto en repetir el discurso de inicio del cardenal Rouco. Como si fuera todo un eterno retorno.

Al grano. El documento sobre la Vida Consagrada y la Iglesia particular, que ya sabemos cómo se llama y titula, y que según regla proporcional cuanto más largo el nombre, menos hay que aclarar después, fue aprobado in articulo mortis, para resucitar, con eso de la Pascua, después de un intenso debate.

Y fue aprobado dado que, como decían algunos obispos, o se acababa ya con esa historia, que viene de cuando monseñor Luis Gutiérrez, hoy emérito, era Presidente de la Comisión de Obispos-religiosos, o se quedaba como un proyecto que fue eso. Después de un largo, y agrio debate, bueno, suave en las formas y duro en el fondo, con algún toque de atención no usual en ese foro, el documento se hará público en la escatología intermedia, por eso de la dimensión escatológica de la Vida Consagrada. En resumen, está y se le espera... Cronómetros en marcha.

Cambio de tercio. Hay que destacar la magnífica intervención ante los obispos que tuvo el Vicesecretario para los Asuntos Económicos de la Conferencia Episcopal, Fernando Giménez Barriocanal, en un clima de transparencia.

Pero la sorpresa llegó en el debate litúrgico, que es el ámbito menos apropiado para la polémica, con el Leccionario I (Domingo y Festivo del ciclo A). Y ahí salió a relucir hasta la Nueva Versión de la Biblia de la Conferencia Episcopal, que es como decir que se debatió en arameo, hebreo y en el lenguaje de los Setenta. No olvidemos que el presidente de la Comisión de Liturgia es el cardenal de Barcelona, monseñor Martínez Sistach.

Por cierto, el nuevo idioma de la Iglesia, durante la pasada semana, dejó de ser el latín, para pasar al gallego, lengua universal, en Roma y en España.

José Francisco Serrano Ocejajfsoc@ono.com

 
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