La teología política de Pedro Sánchez

La luna de miel del PSOE, y de cierta parte de la sociedad española, con su nuevo Secretario General, Pedro Sánchez, se traduce en una turné de entrevistas a los medios de comunicación de referencia. Si hace dos años y medio, el hombre del PSOE era un desconocido profesor universitario, hoy es la imagen y la voz del futuro del socialismo español.

            ¿Cuál es la opinión de Pedro Sánchez sobre la Iglesia?¿Qué idea tienen de la viabilidad de los Acuerdos entre la iglesia y el Estado?

            En unas recientes declaraciones a Onda Cero, Pedro Sánchez ha hablado de las relaciones con la Iglesia. Parte del principio de que los socialistas no son “anticlericales”, pero considera que en el siglo XXI “la Iglesia católica cuente con la condición de fedatario público no es algo justificable”.  

Un concepto, el de fedatario, que hace referencia etimológica a la fe pública. ¿Acaso está diciendo Pedro Sánchez que la Iglesia no tiene nada que decir en el ámbito de lo público, sobre la cuestión pública, en el foro público? Ya se ve que la reducción de la Iglesia a una asociación para lo privado sería el estatus ideal para no pocas ideologías.

            Añade en la citada entrevista que “el PSOE, cuando reivindica el fin de los acuerdos con la Santa Sede, reivindica la madurez del Estado español para garantizar la libertad del hecho religioso”.

Ojo al dato, porque lo que no demuestra es que la madurez del Estado español no se dé en el hecho de que tengamos unos Acuerdos Iglesia-Estado que estén vigentes. Este juego de conceptos implica una manipulación argumental en la medida, incluso, que no define el concepto de madurez.   “No estamos diciendo, insiste Pedro Sánchez, que se acabe con el Concordato y punto final. Decimos que queremos traducir ese acuerdo, que es un acuerdo internacional, con una aprobación de una ley de libertad religiosa”.

            Aquí ha planteado, sin duda, un salto en el vacío. Porque los Acuerdos tienen una naturaleza, y por tanto una finalidad, y una ley de libertad religiosa tiene otra naturaleza y otra finalidad. Esto no implica que haya cuestiones que puedan ser abordadas de forma común por estos dos procedimientos legislativos, sino que los Acuerdos están en otro nivel, tiene otro rango, se firman con otro interlocutor.

Es más, vuelve añadir que una ley de libertad religiosa es lo moderno, frente a los Acuerdos, que parece ser que es lo antiguo. Por curiosidad debiera Pedro Sánchez ver la lista de los Estados que tienen Acuerdos con la Santa Sede vigentes y fijarse si son modernos o antiguos, categorías éstas precisamente poco aquilatadas.

Lo que parece indicar el nuevo secretario general del PSOE es que ya hay una sentencia de muerte del artículo 16, sobre manera el punto 3, de la Constitución de 1978.

 

Y, como siempre, la perla. Otra vez la Conferencia Episcopal a la que critica por  que influye “como lo está haciendo ahora, en las decisiones de los políticos”. Ya quisiera la Conferencia Episcopal influir, ejercicio que todo el que está en la sociedad pretende en la medida en que contribuye al progreso de la sociedad y de la persona. Al progreso de la sociedad, no vaya a ser que los únicos que están legitimados para influir sean los que buscan su interés particular.

La pregunta es, ¿se trata de influir o de proponer socialmente su concepción del bien en la comunidad? ¿A eso se llama influir?

                                               José Francisco Serrano Oceja


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