Un submarino en Torreciudad

Jornada Mariana de la Familia en Torreciudad.
Jornada Mariana de la Familia en Torreciudad.

En esta Iglesia en salida, que dejaba de ser autorreferencial, eclesiocéntrica, que se volvía cristocéntrica, humanista, es decir, de diálogo, escucha, acompañamiento, en la que el ejercicio del poder también se había vuelto sinodal, es decir, compartido, resulta que quienes nos dedicamos a esto nos estamos convirtiendo en especialistas en tribunales canónicos, sucesos, líos y conflictos.

Si ya dije yo hace mucho tiempo que lo que tenía futuro en esta Iglesia misionera, pastoral, de las periferias, era el Derecho Canónico.

Tranquilos estábamos cuando apareció el submarino del lago de Torreciudad a flote. Que sí, que me han contado estos días de múltiples conversaciones la leyenda del submarino de Torreciudad.

Se decía que en el lago había un submarino del ejército que protegía el Santuario. Un submarino que hacía operaciones de vigilancia y de seguridad, comandado por fieles del Opus Dei al servicio de la causa.  

No sé por qué, cuando tuve las primeras noticias, la historia me sonó a un nuevo caso UCAM. Está claro que no tiene nada que ver, pero hay dos aspectos coincidentes: una intervención episcopal rápida y ejecutiva y un conflicto jurídico a la vista.

Por lo tanto, habían fallado los mecanismos de habitual interlocución, de diálogo, y nos encontrábamos ante una inusual decisión de un obispo sobre una cuestión hipersensible.

Y me explico lo que entiendo por hipersensible.

Según me cuentan los miembros del Opus Dei, Torreciudad es parte de su corazón devocional, es como el hogar espiritual de la familia. Un miembro de los que no lo parecen me decía que su padre se iba a comprar un barco y les dijo a sus hijos, al que me lo contaba, que prefería enviar ese dinero para la construcción de Torreciudad. Por lo tanto, tuvieron que esperar varios veranos a poder navegar con su fueraborda por contribuir a la edificación de esa iglesia.

Dudo mucho que los miembros del Opus Dei, sobre todo los de a pie de calle, -no se me enfaden, que ya sé que lo son todos- se hayan leído alguna vez los estatutos que ahora se están reformando.

 

No me es difícil imaginar que en sus devociones particulares la Virgen de Torreciudad juega un papel destacado. 

Últimamente, entre el tribunal ad casum del tema Gaztelueta, la película de Évole, el Motu proprio, las constantes noticias en determinados medios de información eclesial sobre denuncias y esto, nos estamos volviendo especialistas en el Opus Dei.

Y yo me sigo preguntando, ¿cuál es la raíz del problema? ¿Qué está haciendo mal el Opus Dei en la Iglesia? ¿Por qué esta sensación de obsesión con el Opus Dei? ¿Hay alguien que tiene cuentas pendientes y está aprovechando el momento?

No me hagan hacer referencia al libro de reciente aparición de don Vicente Cárcel Ortí sobre “Pío XII y España” y lo que se dice en los informes de los Nuncios en España sobre las campañas contra el Opus Dei naciente. 

No niego que en el Opus haya que reformar algo, incluso purificar. ¿En qué estructura humana no hay que hacerlo? Supongo que para eso se han reunido en el Congreso extraordinario. 

Como ya saben, a mí me encanta el análisis de los marcos mentales, de los “frames”. En todo este proceso de aluvión de hechos y noticias, he visto demasiado marco y simbolismo, y escaso juicio crítico general. 

La verdad es que me parecería lamentable que la respuesta al caso reciente que nos ocupa viniera de la mano de los tópicos típicos al uso, que si el Opus tiene mucho dinero, poder…

No sé si tiene mucho dinero, tampoco si tiene mucho poder y lo que significa tener poder hoy fuera y dentro de la Iglesia, y quién tiene poder en la Iglesia.

Si el Opus Dei tiene dinero, y si Torreciudad tiene dinero para cumplir sus fines, es decir, que la gente se acerque a Dios, se confiese, apuntale su devoción mariana, ¿cuál es la causa de este lío? ¿Una figura jurídica? ¿Esto se monta porque el obispo apetece control, dinero…? ¿De verdad que lo sustantivo para la Iglesia en este momento de profunda secularización es la gestión de la estructura, o superestructura, que diría un marxista, de la decadencia, vamos?

Que ya, que ya sé lo que es una diócesis, las orientaciones diocesanas, la responsabilidad del obispo, la pastoral conjunta, la comunión. Pero quien acuse que presente pruebas. Y también sé que antes había quien se quejaban de la autonomía de los religiosos en la Iglesia y al final van a ser los únicos que mantengan esa autonomía, por lo tanto, mensaje sobre lo que es y significa pertenecer a un instituto de vida religiosa. O eso o nada. 

Lo que sé es que se están produciendo una serie de conflictos, alguno dirá que purificadores, incluso que forman parte de la reforma sinodal, que tienen como efecto práctico que se obligue a la gente a colocarse en un lado o en otro, lo que se llama polarización.  

En el caso que nos ocupa, hay varias cuestiones que me siguen apareciendo en forma de incógnita. Ejemplo, si existía un proceso de diálogo al más alto nivel, es decir, si hace quince días el prelado del Opus Dei aterriza en España en Torreciudad y se entrevista con el obispo; si se está trabajando de una determinada manera, -alguien dirá que más lenta de lo debido, quizá, pero se está trabajando en ello-, ¿por qué esta medida de repente, de forma sorpresiva, sin aviso previo, tal y como el Rector saliente del Santuario declaró a nuestro medio?    

También me pregunto si los medios no hemos sobreactuado en este caso cogiendo el todo por la parte. Pero claro, los medios somos moscas atraídas por los conflictos. Ésta es una profunda dinámica psico-sociológica que está en nuestra naturaleza. 

En resumen, yo me pregunto si el obispo de Barbastro pensó alguna vez que existía el submarino y ha hecho lo posible para que salga a flote. Y ahora se de la cuenta de que era una leyenda. Realidad o ficción, voluntad de verdad o voluntad de poder, que diría Guardini. 

Lo más real siempre es trabajar por el Reino de Dios y su justicia en el corazón de las personas. Lo demás, se nos dará por añadidura.

Comentarios