El ser de José Cobo en la SER

José Cobo en la Ser.
José Cobo en la Ser.

Creo que he seguido todas, o casi todas, las entrevistas que el nuevo arzobispo de Madrid ha concedido en estos días posteriores a su nombramiento oficial, que no sólo público.

Así iba despejando la incógnita sobre quién es monseñor José Cobo, qué piensa, qué planes tiene. Vamos, lo lógico para un escrutador de la actualidad eclesial que analiza actos, de actores públicos, que expresan intenciones. El obrar sigue al ser en la SER.  

La mezcla de gracia, soltura andaluza, en plan jaenés, con un pelín de madrileñismo, le da un tono de naturalidad que funciona bastante bien.

Vayamos a la entrevista. Aimar Bretos estuvo suelto, profesional, como es él. No hay que escuchar la entrevista, hay que verla en Youtube. La comunicación no verbal es muy importante, cada vez más importante.

El curso de nuevos obispos, “para quitarnos la L”. Rápido en las respuestas, “¿qué cree que busca el papa nombrándole a usted?”, “pues se lo quiero preguntar al Papa…”.

Dice Cobo, “somos muy plurales, esto es una familia, en la que estamos convocados a llevarnos bien. Cada uno tenemos nuestro color, y nuestra pedrada”. “Y, ¿cuál es la suya?”, le pregunta Aimar. “Ahora mismo –responde- ya las estoy dejando todas, es por lo menos conciliar y poner la mesa para que nos escuchemos unos a otros”.

“En la Iglesia hay gran debate”, insiste el arzobispo.

Dejo a un lado la serie de preguntas sobre la celebración del sacramento del matrimonio de personas del mismo sexo, un toma y daca interesante.

Me quiero centrar en la historia de Juana. “La gente más sencilla, la que lo ha pasado más mal, me han dado las lecciones más importantes de la vida”, afirma don José.

 

Juana, señora de negro, de muchos años, madre de cinco hijos muertos de SIDA, el marido la maltrataba, iba a la Iglesia, se sentaba en el primer banco, “vengo aquí, decía, delante del Señor y es con quien me desahogo”.

“La Juana se convirtió en un icono de fortaleza, cuando las cosas van “chungas” me acuerdo de la Juana. Ella sí que sabía dónde encontrar sustento a su vida”, deja caer Cobo.

Y, en es momento, Aimar Bretos le corta, le lanza la siguiente pregunta: “Y cómo Dios, si existe, permite que a Juana se le mueran sus hijos, que el marido la maltrate”.

Sin dudarlo, el nuevo arzobispo de Madrid responde: “Y cómo Dios permite que su hijo muriera en una cruz. Pues porque se queda. Porque Dios se ha muerto en sus hijos. Y ha pasado por la vida de Juana. Y porque creo profundamente que nuestro Dios no es Harry Potter, que viene a solucionarlo, sino que hace una cosa que solo puede hacer Dios. Cuando estamos “chungos”, cuando estamos mal, es el único que se queda ahí. Sé que los pobres, los últimos, son los primeros que nos enseñan la fe. Son el primer libro del Evangelio”.

Su respuesta: un tránsito de la experiencia de fe a la narración del contenido de la fe, que se llama doctrina.

Ante la pregunta por excelencia sobre el mal, cómo Dios permite el mal, el sufrimiento del inocente, la respuesta posible y real es la de la experiencia de Dios. Esa experiencia de Dios, ser de Dios que es misericordia, narrada en la historia de la humanidad, en quienes son sus preferiios, los pobres, las víctimas desde la theologia crucis. Doctrina necesaria, teología asentada, sin duda.

Me ha gustado, y mucho. Ex abundantia cordis…

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