El rostro cansado de Europa

Dos textos han marcado la celebración de las  Segundas Jornadas Sociales Católicas Europeas. 

El primero, la conferencia del rector de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso, el profesor Javier Prades, miembro de la Comisión Teológica Internacional. Una conferencia que conectaba, de fondo y deforma, con la homilía de clausura que pronunció el cardenal Rouco Varela y que ser considerada como uno de sus textos más personales y claros, en razón de la síntesis que contiene, de su pensamiento. 

El profesor Prades asentó las bases de un antropología para las inquietudes y los retos de una Europa  que está “humana y espiritualmente cansada”, un “continente en decadencia”. La confusión sobre las características y el significado de la condición humana forma parte del proceso de lo que el Papa Francisco ha denominado “reduccionismo antropológico”. 

El rector de la Universidad San Dámaso recordó que la categoría del encuentro con un “acontecimiento, con una persona, es el que da orientación decisiva y abre un horizonte nuevo ala vida”. Para el cristiano, el encuentro con Cristo hace que el “yo” renazca en esa relación; el “yo” siempre renace en la relación con los otros. 

El conferenciante arrancó de la fenomenología de esa “experiencia humana original”, universal, en todo tiempo y en todo lugar, que adquiere nuevos horizontes desde la fe, para diseñar tres características de una antropología que definió como dinámica. Cuatro notas que pertenecen a lo que los clásicos englobarían como propias de la condición humana: el ser uno  -la unida del yo- en alma y cuerpo; la diferencia “hombre-mujer” y la familia; el rol del individuo en la comunidad; y la responsabilidad sobre la ceración y sobre los demás hombres. 

Este dibujo de la condición humana del “yo” implica, según el profesor Prades, que “el otro es un bien” una existencia a lo largo del tiempo y con relación verdaderas para ser fructífera; una pertenencia; el ejercicio del depender para la libertad. Por último planteo el retó implícito a esta antropología dinámica: el testimonio de la fe que obra por la caridad como el modo propio de comunicar la verdad del Evangelio en el complejo mundo cultural de hoy.

El cardenal Rouco exclamó, en la homilía de clausura: “¡Qué importante es que hoy en la Iglesia en Europa nos reconozcamos pecadores! ¡Que no tengamos miedo, luego, a ayudar a nuestros hermanos europeos para que abran sus ojos, los ojos de su pueblos, de sus culturas, de su mundo intelectual y de sus dirigentes sociales, ¡los ojos del alma!  para que se atrevan a descubrir y a reconocer el origen moral y espiritual de sus crisis de hoy y a saber arrepentirse y pedir perdón a quien puede perdonar eficazmente: a Cristo, el Señor y Redentor del hombre!”.

José Francisco Serrano Oceja


 
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