La respuesta del pastor

Monseñor Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona, es un arzobispo misionero. Y lo lleva en la sangre. Misionero en Pamplona, en Navarra, el límite del País Vasco. 

En los últimos días se ha enfrentado a un caso, el de la exposición, en Conde de Rodezno, de Abel Azcona, que repele a la más mínima conciencia humana y cristiana. Un caso que ha traspasado el límite de lo imaginable y que no voy a nombrar con sustantivos ni adjetivos por ascesis periodística.

En una reciente entrevista al Diario de Navarra, el arzobispo de Pamplona comenta que ha hablado con el alcalde de Pamplona, de la rama local de “Podemos”, de la citada profanación. Si es cierto que la separación entre la Iglesia y el Estado existe, también lo es que existe el respeto a las creencias, a las realidades sagradas, a los símbolos, a las presencias. El problema es que algunos pretenden poner en la balanza los dos derechos de libertad y respeto, inclinando el péndulo hacia el todo vale bajo el paraguas de una libertad mal entendida y de una creatividad peor digerida.

El que las realidades sagradas no digan nada a determinadas personas, no resta del valor universal en sí mismas de esas realidades. Y, por tanto, la consecuencia de respetarlas en lo que son y dicen. Si no se respeta lo que se considera sagrado, se está iniciando el camino hacia el no respeto a la dignidad de quien afirma considerar lo sagrado.

Monseñor Francisco Pérez ha recordado, en la citada entrevista, que “para la Iglesia en el momento en el que las especies sagradas se sacan del sagrario y se utilizan para otra cosa distinta que para lo que es se convierte en un sacrilegio puesto que no se respeta. No podemos tomarlo como algo superficial cuando para mí tiene un gran sentido. La eucaristía es el Dios mismo que se me da como alimento”.

Y añade un dato significativo del caso de Pamplona: “Más de 150.000 personas han escrito dolidas a través de diferentes medios. No se puede utilizar de forma tan despectiva algo que es muy sagrado para la fe cristiana. Yo no lo haría con otras religiones u otra forma de pensar”.

La respuesta jurídica y social ha sido clara: “Se ha presentado una querella por parte de los abogados cristianos y una denuncia por parte del equipo de abogados del arzobispado. La delegada del Gobierno central lo ha denunciado a la fiscalía”.

Pero la clave de la palabra del arzobispo no es la jurídica sino la pastoral, la misional. No hay que olvidarlo. La oración del arzobispo pro el autor de la profanación y el ruego de que el corazón del profanador se abra a la misericordia de Dios.

José Francisco Serrano Oceja

 
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