Quintanilla y los católicos pensantes del PP

Miguel Ángel Quintanilla Navarro.
Miguel Ángel Quintanilla Navarro.

En el último número de la revista FAES, de abril-junio de 2023, se publica un interpelador artículo de Miguel Ángel Quintanilla Navarro, diputado del PP en el Congreso, en la legislatura ya pasada, con el título “Catolicismo, libertad, democracia, conciencia. Una reflexión urgente sobre el momento político español”.

Al margen de las iniciales consideraciones sobre el Huerto de los Olivos, la escena de la Pasión, en relación con la libertad de Cristo, la tesis inicial es que “la raíz cristiana de Europa es la libertad”, a la que añade el siguiente juego conceptual: “Raíz cristiana de Europa no es lo mismo que raíz europea del cristianismo”. Es decir, liberalismo de fundamentación cristiana.

Hay no pocas cuestiones de fondo del artículo que darían para un debate. El leit motiv es fundamentar la libertad del católico en el contexto de la política actual española.

Leemos: “Empleando una terminología forzada, pero útil, podemos decir que la libertad es el “derecho constituyente” sobre el que Dios asienta su relación con los hombres y con su Iglesia, y también las relaciones humanas mismas; no con los hombres de una concreta nación moderna, sino con todos, por- que todos somos pueblo de Dios, y esto, como expresión religiosa, no admite fronteras, aunque los Estados sí las necesiten”.

Entiendo que “el derecho constituyente” sobre el que Dios asienta su relación con los hombres es la “semejanza”, es decir, el hecho de que Dios nos haya creado “a su imagen y semejanza”.

Este presupuesto implica que esa relación constitutiva se realiza en términos de comunión-filiación, con lo que nos encontramos con el horizonte de “verdad”, el concepto que parece se le olvida, con demasiada frecuencia, a nuestro autor. 

Pero vayamos a lo útil, que para eso somos nuestro tiempo.

El artículo de Quintanilla es una loable, y probablemente, necesaria reflexión de un católico del PP que manifiesta una preocupación por cómo la fe, su fe, incide en el “ethos” de su forma de hacer política en una sociedad plural y democrática.

También se plantea la cuestión de la dicotomía fe-vida en sociedades plurales. 

 

Y digo que me parece loable, aunque algunas afirmaciones suyas merecen matices y discusiones, en la medida en que ya no sé si el PP es precisamente un partido político en el que proliferan este tipo de presencias y debates.

La impresión, al menos la que se deduce del día a día, de las intervenciones de su líder, incluso de las propuestas de cara a las elecciones del 23 de Julio, es que este horizonte de comprensión ha hecho un sonado mutis por el foro. Salvo excepciones que confirman la regla.

En no pocas ocasiones, con la lectura del artículo, da la impresión de que con quien está debatiendo nuestro autor es con VOX y con las propuestas de VOX.

Esto significa que los políticos que son católicos en el PP, y que tienen algunas responsabilidades, se estarían confrontando con los católicos de VOX, quizá más que con los del PSOE y no digamos nada con los de la Sumar o los independentistas.    

Dice Quintanilla: “La tarea de un católico en la vida pública debe partir siempre de este dato: la libertad es, literalmente, sagrada”.

Y dice muchas cosas más entre otras, ya al final, cuando está abocando a la conclusión de su largo discurso. Por ejemplo:

“Y esto debe ser origen de dos tareas igualmente católicas, pero diferentes: una, no exclusiva pero sí más propia de la Iglesia entendida como orden jerárquico, es preservar y proclamar la verdad católica, evangelizar; otra, propia de los políticos católicos, es crear y nutrir capacidades electorales y legislativas que puedan acoger posiciones inspiradas en la visión católica pero no sostenidas en la fe, porque en caso contrario se clausuraría de inmediato su recorrido como parte de una deliberación a la espera de la conversión del interlocutor, es decir, se convertiría un proceso posible de persuasión y ampliación de una base electoral en un proceso imposible de evangelización mediante la política; y además detectar razones y propósitos concomitantes de origen laico con los que cooperar sinérgicamente en todo o en parte, según los temas. La defensa de la vida, por ejemplo, puede hacerse y se hace desde posiciones que en absoluto apelan a la fe ni aun a una ley natural. Es decir, como segunda tarea, que los católicos aprendamos a hacer política inteligente dentro de la democracia liberal, que aprendamos a crear mayorías que no dependan de la expansión de nuestra fe”.

Un párrafo que, como ustedes pueden ver, da mucho para debatir. Está claro que no hay que confundir política con evangelización, como método o proceso. Creo que esa no es la cuestión.

Sería más bien lo que la visión católica contiende de verdad sobre lo humano común y cómo articular una política desde esa afirmación de la verdad, llamémosle sustantiva.

Ni la fe implica una verdad sin libertad, ni una libertad sin verdad.

Ahora le toca a Quintanilla escribir no sobre la libertad sino sobre la verdad en política.

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