Qué hacer en un mundo que se viene abajo

Erik Varden, obispo noruego.
Erik Varden, obispo noruego.

Tenía pendiente escribir sobre la intervención del monje cisterciense y obispo noruego Erik Varden en su reciente viaje a España. Un obispo del que hace ya tiempo hablé en esta columna, un perfil episcopal de lo más interesante. Tengo que confesar que no me ha defraudado. Ni en el fondo, ni en la forma.

Vino a España también para presentar su libro “Castidad”, que va sobre algo más o mucho más que sobre la castidad.

En el diálogo con José Luis Restán, durante el Encuentro Madrid, José le hace una pregunta incisiva sobre la situación actual en un mundo que ha soltado amarras con la tradición cristiana, hecho que puede generar cierta nostalgia, nostalgia a la que estamos habituados en el catolicismo español. ¿Qué debemos hacer para no caer en el derrotismo ni en la agresividad?

Monseñor Varden le da una larga respuesta en la que comienza diciendo: “Lo primero es algo no especialmente sublime ni espiritual pero que creo que puede ayudar: aprender a relajarse y no encendernos demasiado por la convicción de estar viviendo en una decadencia sin precedentes en la historia”.

Aprender a relajarnos y no encendernos demasiado significa colocar lo que nos pasa en el plan de Dios, en el tiempo de Dios, que es nuestro tiempo, y no sólo nuestro tiempo, y debe ser nuestro plan, pero no sólo nuestro plan.

Añadió: “Cuando todo se está derrumbando y a la vez nos sentimos responsables de mantener esos muros para que no se caigan, sencillamente aceptar que el día de hoy es el día que Dios ha hecho y que nos ha entregado, que Él hará de este día también un día de gracia, de resurrección, de alegría”.

A partir de ahí cuenta la historia de un dominico, que se encargaba en el convento de la compra de cada día, que en una homilía comenzó así: “Queridos hermanos, ¿acaso no es asombroso que en ningún lugar del evangelio nuestro Señor Jesucristo se vuelva hacia el Padre que está en los cielos para preguntarle si realmente era necesario encarnarse en la época de Poncio Pilatos?”.

Para profundizar en el argumento, Varden reflexionó en voz alta: “En medio de esa tragedia, presente de una manera emblemática en la cruz, nació un mundo nuevo, una realidad nueva, lo que evoca el gran lema de la orden cartuja: la cruz permanece firme mientras el mundo se viene abajo”.

Si realmente creemos en eso y vivimos el momento presente asentados y aferrados a esa gran verdad, ¿qué es lo que nos turba? La turbación es humana. Pero el horizonte debe estar en el cobijo a la sombra de la cruz, que es la que permanece inalterable en la historia. Una sombra que ilumina el nacimiento de un mundo nuevo. 

 
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