Ya no progresa ni la libertad religiosa

Javier Menéndez Ros, director de ACN España, y Marcela Szymanski, editora jefe del ILR 2023. (ACN).
Javier Menéndez Ros, director de ACN España, y Marcela Szymanski, editora jefe del ILR 2023. (ACN).

El mito del progreso, tal y como lo asentó la modernidad, se está desvaneciendo. La cuestión es qué mito sustitutorio ocupará su lugar.

El papa Francisco dice con frecuencia que estamos en una tercera guerra mundial a trozos, a pedazos. Se está configurando un orden no solo mundial sino antropológico en el que actúan determinados poderes en confrontación. Se podría decir que estamos en una guerra con una nueva forma de guerra, es decir, confrontación de poderes de interés. Una guerra también contra la libertad religiosa.

Fijémonos en los datos que acaba de presentar Ayuda a la Iglesia Necesitada. El 62,5 % de la población mundial, casi 4.900 millones de personas, vive en países donde se vulnera el derecho a la libertad de religión, sufriendo el 14 % persecución y el 17 % discriminación y diseminación.

En 61 de los 195 países del mundo se viola la libertad religiosa, de los cuales la situación ha empeorado en 47 Estados desde 2021 y tan solo en 9 de ellos ha mejorado.

Desde 2021 al menos en 40 países se han asesinado o secuestrado a personas a causa de su fe, en 36 los autores nunca o casi nunca han sido procesados por la justicia y en 34 se han atacado lugares de culto o propiedades religiosas.

En 49 países los gobiernos autoritarios son los responsables, afecta a 4.515 millones de personas. En otros 21 es el extremismo islamista, 1.126 millones de personas, mientras que en 4 países se debe a los nacionalismos étnicos-religiosos, 1.468 millones.

 África, Oriente Medio y Asia siguen siendo las partes del mundo más afectadas, aunque han destacado Nicaragua como uno de los países donde se cometen mayores violaciones a la libertad religiosa en el mundo.

El cristianismo es la religión más perseguida y discriminada, siendo 573 millones de cristianos, 22 % del total mundial, los que viven en países donde se discrimina o se persigue por religión.

Quizá haya que pensar que una de las prioridades en el orden mundial, en el nuevo, sea luchar por la libertad religiosa efectiva de los creyentes en el mundo.

 
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