El pregón de Díaz Ayuso

Isabel Díaz Ayuso en su discurso navideño.
Isabel Díaz Ayuso en su discurso navideño.

Tengo que confesar que, de ser de alguien, que no lo soy, más me inclino hacia Almeida que hacia Díaz Ayuso. Y razones, unas confesadas y otras inconfesables, tengo. Por lo tanto, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, que ha pegado un estirón en estos últimos tiempos de la pandemia, no es mi tipo, político.

Si embargo, el discurso del pasado miércoles en la inauguración de Belén autonómico me sorprendió, y mucho. No es frecuente escuchar a un político español, incluso del PP post-Casado, decir las cosas que dijo Ayuso. Y cómo lo dijo, porque el fondo estaba claro pero habían cuidado hasta la forma.

Por cierto, hablando de discursos, el diputado de Vox que sacó el crucifijo en el Parlamento, Francisco J. Contreras, Curro Contreras para los amigos, no es un exaltado y un descerebrado, como he leído u oído por ahí. Es un catedrático de filosofía del Derecho con una producción intelectual publicada que ya quisieran no pocos de los que le han puesto verde.

Pero volvamos al discurso de la Presidenta ejerciente. Dijo que “el Belén celebra el Nacimiento de Jesús de Nazaret. Con su nacimiento medimos los siglos y se funda nuestra civilización. Dios se hizo hombre, por eso desde el cristianismo celebramos el hecho de ser humanos. Esto nos recuerda que necesitar y necesitarnos nos hace humanos. Al tiempo que celebramos el nacimiento de Cristo, celebramos la Epifanía, la tradicional fiesta de los Reyes Magos, que simboliza la manifestación de Dios a todos los pueblos de la Tierra, a todas las razas”.

Recordó que la palabra 'Católico' significa universal y, por eso, “España siempre ha sido un pueblo universal, integrador, que promovía el mestizaje en América, que trataba al otro como persona. Ser católico es la antítesis de ser racista o insolidario. Es la celebración de la familia y de la infancia, pilares de nuestra civilización, independientemente de que se tenga o no fe”.

 No dijo que España, si es algo históricamente, es católica. Bueno, y también muchas cosas más. Es decir, que la fe ha formado parte inseparable de la identidad de España. Y que los momentos más gloriosos de nuestra historia coincidieron con tiempos de fecundidad de la fe. Pero se acercó.

Y señaló también que “un pueblo que olvida sus raíces espirituales y filosóficas no solo se aniquila así mismo, sino que priva al mundo de la forma de verlo”.

Hay que escucharla y no leerla.

Por cierto, ¿por qué no se sientan en su partido y sacan las consecuencias de lo dicho en las políticas denominadas antropológicas? Porque lo mismo que los principios valen para reivindicar el sentido tradicional del arte del Misterio, también sirven para el arte del sentido de la condición y naturaleza humana.

 

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