Polémica entre un obispo y un periodista

Vidrieras de una iglesia española.
Vidrieras de una iglesia española.

Tranquilos, que la polémica ocurre en el ámbito anglosajón, no en España. Entiendo que en nuestro país ha habido polémicas públicas entre obispos y periodistas, con nombres y apellidos. Incluso me atrevería a decir que es mejor así que no las típicas formas bajo línea, que dirían los ingleses, para ser finos.  

Lo que parece claro es que en una polémica entre un obispo y un periodista, seria, sobre cuestiones importantes, no sobre chismes de última hora, la resolución vía baculazo, o forma alguna de excomunión, no parece ya una salida digna. 

Tampoco la de montar una campaña contra el obispo por parte del plumilla. 

A lo que vamos. Asistimos desde hace unos días a una diatriba entre el obispo de Winona-Rochester, Minnesota, Robert Barron, elegido padre sinodal, y el periodista y biógrafo del papa Austen Ivereight.  

La polémica, al menos hasta ahora, se ha jugado en varios medios digitales anglosajones. Dos escritos de Ivereight, en Commonweal y Where Peter is y uno de Barron en Word on fire. Por cierto que recuerdo por nuestras conversaciones en Puerto Rico que Austen habla un buen español. 

No voy a reproducir aquí la polémica íntegra. Invito a los lectores a seguirla en las citadas webs. Solo dejo constancia de su existencia y de lo que entiendo es enriquecedor para el tejido eclesial. 

Es necesaria una opinión pública en la Iglesia, también la basada en lo no conformación por sistema, en el irracional alineamiento, en la necesidad de los matices y el debate de perspectivas, en la negativa al papismo y al antipapismo, en orden a una comunión no uniforme. 

Para que se hagan una idea, el 23 de agosto, Ivereight escribía lo siguiente: “El obispo Robert Barron en Word on Fire se ha tomado la molestia de responder a mi artículo de Commonweal sobre la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, en la que ambos estábamos, con el fin de disipar mis "confusiones" sobre la distinción entre evangelización y proselitismo, y lo que el Papa Francisco quiere decir con esos dos términos.

Barron dice que en mi artículo lo “reprobé” “aunque” - tengan en cuenta la aunque - las charlas que dio en Lisboa “fueron recibidas con entusiasmo por multitudes de hasta doce y trece mil”… (…) Vi dos de sus charlas de la JMJ, y fueron geniales. Barron atrae a grandes multitudes. Él es el Fulton Sheen de nos jours. Una vez escribí una pieza de la Tablet alabando sus inmensos dones, su tremenda capacidad para llegar al corazón de doctrinas complejas y su maravillosa manera atractiva, “como si te invitara a unirte a él en una búsqueda del tesoro”…”.

 

Previamente, Barron, en su página web: “Aunque mis charlas fueron recibidas con entusiasmo por multitudes de entre doce y trece mil, fui reprendido a mi regreso por el biógrafo del papa Austen Ivereigh en las páginas del Commonweal. Aparentemente, no entendí las sutilezas de la mente del Obispo Aguiar y no pude captar la distinción clave entre evangelización y proselitismo. De acuerdo con la interpretación de Ivereigh, el primero es, evidentemente, “facilitar un encuentro con el Cristo vivo” mientras que el segundo es “convertir a otros a la Iglesia Católica”. De hecho, Ivereigh llega más lejos al expresar que todo esfuerzo de conversión a la Iglesia “contradice” la evangelización auténtica. 

Bueno, uno apenas sabe dónde comenzar para responder a la confusión que se expone aquí. Lo más obvio es la dolorosa grieta que traza Ivereigh entre Jesús y su cuerpo místico. La Iglesia no es una colectividad de personas que piensan parecido y son devotas al “Cristo vivo”…”. 

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