Pensar España sin la fe católica y sin la Iglesia

Constitución Española 1978.
Constitución Española 1978.

Este inicio de verano me está tocando leer y pensar España. Lo he hecho ya con el reciente libro del historiado Juan Pablo Fusi, “Pensar España. En torno al pensamiento español del siglo XX”, y también con el clásico de Laín Entralgo “A qué llamamos España”.

Me esperan algunos más, entre otros, “Hacia otra España” de Ramiro de Maeztu –siento que no lo vaya a hacer con la histórica edición de Rialp- y “¿Qué se debe a España? La polémica que dividió a la Europa de la Ilustración”, de Francisco Uzcanga Meinecke.

Me ha inquietado, refiriéndome al libro de Fusi, historiador reputado, con fama de obras que son referencia desde el punto de vista metodológico, las escasísimas referencias que, en los abundante capítulos sobre la historia del pensamiento español en la época contemporánea –principalmente desde el período de la II República a la actualidad-, se hace tanto al pensamiento católico –exceptuando el franquismo- como a la Iglesia en cuanto lugar de generación de cultura y pensamiento.

El franquismo fagocita las referencia a la relación entre Iglesia-educación e Iglesia-cultura. Y ya veremos que no en el mejor de los contextos. Como si la Iglesia, por mor del monopolio ejerciente en determinados ámbitos, no hubiera previsto el cambio social y se hubiera desentendido o no hubiera asumido ese cambio.     

Si consideramos que la Iglesia jugó un papel clave en la Transición, en la reconciliación de los españoles, quizá haya sido en el ámbito de la política más que en el del pensamiento.

Es probable que lo que faltara entonces, y quizá ahora, fue un pensamiento cristiano que contribuyera a la creación cultura específicamente católica, es decir, moderna, que hiciera posible los diversos cambios, incluso sociológicos, en España. Es cierto que en el libro se cita a Aranguren. Pero por ejemplo, en un capítulo dedicado a Julián Marías y a su pensamiento, no se dice nada de su catolicismo ni de sus reflexiones sobre lo cristiano. Que no fueron menores.

Es indiscutible el papel de la Iglesia en la educación, desde los estados iniciales hasta la Universidad, en el franquismo y ahora. Pero se ha dado un cortocircuito de transmisión de ese acervo a la conformación de una sociedad y una cultura civil.

He aquí las referencias que hace Fusi a la Iglesia y lo católico en sus más de doscientas páginas. Me dirán que es cuestión de sensibilidad del autor. Sin duda. Pero también de algo más.

“Hechos como la guerra de África de 1860 o luego, la guerra del 98, provocaron manifestaciones patrióticas por todo el país: el lenguaje de los políticos del XIX fue haciéndose enfáticamente españolista. Como argumentó José Álvarez Junco, la Iglesia y los sectores conservadores del país fueron apropiándose paulatinamente de la idea de España como nación católica”. p 46.

 

“La tesis de que España, al haberse reencontrado con su tradición –fe y monarquía católicas, universalismo cristiano, antiliberalismo, patriotismo, política nacional- era ahora, bajo el régimen de Franco, un país sin problema (la tesis de Rafael Cavo Serer, uno de los jóvenes ideólogos del Opus Dei, en su libro así titulado: España, sin problema, 1949), era cuando menos un evidente error”. p. 93.

Sobre el franquismo: “La cultura católica adquirió un papel excepcional y dominante. La Iglesia, que ejerció una rígida censura moral sobre espectáculos y libros, mantuvo su prensa, su propia escuela de periodismo, sus emisoras de radio y sus editoriales. Monopolizó de hecho la educación en la España de Franco. La filosofía católica reemplazó como filosofía oficial en la universidad la pensamiento de Ortega. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas, creado en 1939 para reemplazar a la disuelta Junta de Ampliación de Estudios –el símbolo de la educación liberal española- fue inicialmente, con independencia de su labor científica, un baluarte del integrismo católico (Opus Dei)…”. pp 94-95.

“El proyecto cultural del franquismo –nacionalismo español, dogma católico- parecía, además, insuficiente y en buena media, fallido. Falange se diluyó e institucionalizó pronto en el Movimiento nacional, el partido único del franquismo, la Iglesia como institución –otra cosa fueron los intelectuales y escritores católicos- pareció haberse conformado con el control de la educación y con el derecho de la censura moral sobres espectáculos, libros y costumbres”. p. 123.

Habría que glosar cada uno de estos párrafos citados. Pero es lo que hay.

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