Pedro Herrero o las verdades de un asturiano

Pedro Herrero.
Pedro Herrero.

No sé si ustedes conocen a Pedro Herrero, @aparachiqui, el de “Extremo centro: El Manifiesto”, una especie de prescriptor social, líder sin complejos, profeta a contrapelo y defensor de la familia, de la suya y de las de los demás, a tiempo y destiempo.

Su batalla, o batallita, tiene que ver con explicar las instituciones que conservan la integridad moral de la comunidad, por decirlo de una forma que se nos entienda.

No tengo el gusto de haberle saludado personalmente, aunque sé que tenemos amigos comunes. Su acendrado acento asturiano le delata. Antes tenía un muy oído podcast en “The Objective”. Ahora anda dando saltos esporádicamente entre youtubers y demás tribu.

Tengo que advertir –por eso de las temáticas dominantes en esta columna-, porque él no lo esconde, que no es creyente, aunque se considere culturalmente católico y amigo de católicos.

 Su defensa de la Iglesia, desde la razón natural, cultural, fruto de no pocas lecturas, me parece encomiable. Defensa de la Iglesia como referente de institución social con el mayor contenido de bien plausible ante los espasmos morales del presente.

Cuando se publicó el Informe del Defensor del Pueblo, y las susodichas extrapolaciones se hicieron protagonistas del escenario público, Pedro Herrero publicó una serie de post en X, con grabaciones y fotos de sus cuentas y cuentos incluidos, que me parecieron de libro. 

Hace unos días he vuelto a encontrarme con él en su conversación de You Tube con “UnTioBlancoHetero”. Está claro que quien quiera saber por dónde va el mundo, y cierta historia, tiene que hacer frecuentes incursiones en los nuevos medios y en las redes sociales. También para saber qué es eso del progresismo y por dónde anda ahora y, a sensu contrario, el conservadurismo.

Una conversación, bajo el rótulo de “La política que viene”, en la que entre subidas de tono y lenguaje desfasado –el de gran parte de ese universo- plantean cuestiones de fondo que me parece que no deben pasar inadvertidas.

Lo voy a decir de forma bibliográfica. Tres referentes para entender el análisis de ciertos procesos sociales operativos en nuestra sociedad en lo referido a la dimensión político-moral.

 

El primer libro de Theodore Dalrymple, “Sentimentalismo tóxico: Cómo el culto a la emoción pública está corroyendo nuestra sociedad”.

El segundo, Jonathan Haidt, “La mente de los justos: Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata”.

Y tercero y último:  también de Haidt con Greg Lukianoff, “La transformación de la mente moderna: Cómo las buenas intenciones y las malas ideas están condenando a una generación al fracaso”.

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