El padre general de los jesuitas se confiesa

Con motivo de la unificación de las cinco provincias de los jesuitas en España en una, el Prepósito Genera de los jesuitas, P. Adolfo Nicolás, ha concedido una muy interesante entrevista al responsable de los medios de la Compañía en España, P. Lucas López, sj.

Una entrevista, que está en la página web de los jesuitas españoles, que no tiene desperdicio y que reproduzco en varios de sus párrafos. Pido disculpas por lo extenso de esta colaboración, pero me parece de interés, entre otras razones, porque se puede decir que es inédita.

- P. Lucas López: ¿Se encuentra a menudo con el Papa Francisco?

- P. Adolfo Nicolás: No, tanto él como yo evitamos una frecuencia que sea demasiado visible. Yo, en cuanto puedo, trato asuntos con él a través de otras fuentes. Es un hombre muy abierto a todos los canales, oficiales y no oficiales; procuro usar diferentes canales para no hacerme demasiado visible y que empiece una especulación sobre la relación del papa con la Compañía, que no nos haría bien a ninguno.

- Tenemos un voto de obediencia y queremos saber que nos pide el papa Francisco ¿sabemos qué nos pide?

- Esa fue la primera preocupación que tenía yo como General. El papa Benedicto XVI nos dijo claramente qué esperaba de la Compañía: intensidad en el estudio, profundidad en el pensamiento y espiritualidad. He podido confirmar con el papa Francisco que quiere lo mismo de la Compañía. Además de las prioridades que él tiene: contacto con la gente, servicio a los pobres, etc. Pero creo que nuestra función ahora en la iglesia es procurar que haya profundidad, que no nos vayamos por lo que nos vamos todos: por lo periodístico, por lo inmediato, sino estudiar las cosas a fondo y tratar de responder a lo que la Iglesia necesita ahora.

- ¿Le sorprende el papa Francisco?

- No me sorprende. Un periodista italiano ha dicho que la revolución de Francisco es la revolución de la normalidad. Y no me sorprende que en la iglesia podamos ser normales. Él es muy normal, muy natural, muy espontáneo y eso hace bien a la iglesia y gusta a la gente.

Me he encontrado en mis viajes por todo el mundo con el agrado de la gente, de todos, africanos, asiáticos, latinoamericanos… por este estilo informal, cercano, de diálogo, que tiene con todos y esto corresponde también a su canonización del beato Fabro. Le hizo santo porque  le tenía gran devoción desde joven, antes de ser jesuita, y en el beato Fabro él encuentra apoyo, inspiración para lo que busca: diálogo, cercanía, apertura a todos, lleno de cariño, porque no es un hombre frío.

 

- Como saber lo que un papa quiere. Qué mecanismo hay para llegar al papa.

- Lo mejor es preguntar directamente. Es muy accesible y dialogante. Le gusta que las cosas se le digan. El me ha alabado a su secretario porque cuando no está de acuerdo se lo dice. Y a él le gusta esto, un lenguaje directo, espontáneo, sincero. Él es muy sincero. Lo que hemos ganado en cercanía lo hemos ganado en conocimiento de la persona, no hay nada oculto, es un hombre transparente.

-Y para saber lo que el papa pide a la Compañía y lo que pide Dios a la Compañía, ¿cómo lo hace P. Nicolás?

- El mejor camino para saberlo es el discernimiento. San Ignacio nos dejó no solo el método sino las actitudes fundamentales, porque la realidad es uno de los mejores puntos de partida. San Ignacio es un hombre que no es abstracto, que camina sobre la realidad, se considera peregrino no solo porque físicamente caminó mucho, sino porque es un hombre en búsqueda, que va descubriendo nuevos campos y la realidad es siempre un punto de partida muy serio para él. Tanto, que cuando envía gente a la India o a otros sitios, siempre en sus instrucciones les deja total libertad para que disciernan sobre el terreno. El cambio de estructuras es normal en San Ignacio, porque no hay nada absoluto si no es la voluntad de Dios y el bien de los demás.

- ¿Llega bien la realidad a Borgo S. Spirito? ¿Cómo hace para acercarse a la realidad?

- Llega muy bien. La Compañía tiene 500 años de experiencia, y siempre se ha ido puliendo, precisamente, el acceso a la realidad, a través de cartas, a través de una doble red. Me hizo pensar cuando estudié en Roma en los años 68-69; me pidió el secretario de la embajada japonesa que organizara un encuentro con tres profesores de la gregoriana, y le preguntaron a él por qué la embajada japonesa en el Vaticano, qué interés tenía Japón en dos embajadas en Roma si Japón no es un país católico. Él respondió claramente: por información, porque lo que decide el Vaticano afecta a los países latinoamericanos, y Japón tiene interés en saber eso. Y porque el Vaticano tiene dos redes de información, una oficial a través de los nuncios, y otra  informal a través de sacerdotes, religiosos, laicos, que están continuamente enviando información a Roma.

- En 2016 vamos a tener Congregación General los jesuitas ¿para qué?

- Primero para elegir General. Creo que los 80 años es una buena fecha para pensar en el relevo porque después de los 80 ya no hay ninguna garantía ni médica ni psicológica ni del sistema nervioso para que la mente funcione bien, y ciertamente no puedo someter a la Compañía a años de decadencia personal. Después de los 80 ya entra uno en ese proceso de decadencia. Yo prefiero moverme fuera del trabajo, cuando todavía tengo capacidad de pensar y no esperar a que los jesuitas pregunten “ese viejito de Roma sigue allí” que no es muy positivo. Hay que hacer las cosas con cierta lucidez y es mejor empezar ya a prepararlo.

- La Congregación General no es solamente para elegir General

- Aunque la prioridad sea elegir General hay todo un proceso y en ese proceso entran las Congregaciones Provinciales , que habrá que tener una en España también, y en esas Congregaciones Provinciales piensan qué tipo de problemática hay que ajustar, cómo entendemos la misión. En el futuro las CG sean de elección o no, lo único importante que tienen que hacer es ajustar la misión. Porque la sociedad va cambiando, y también nuestras estructuras tienen que cambiar. San Ignacio sería el primero en hablar de cambio. San Ignacio dio libertad a los que iban a la India, a Japón… para discernir sobre el terreno porque no todo se ve desde Roma, él sería el primero en decir, han pasado 500 años, las estructuras que tenemos ahora son de 500 años antes, ya es hora de cambiar porque el mundo ha cambiado muchísimo. El cambio no es porque algo no funcione, sino por ir ajustándose a las necesidades nuevas y a los tiempos nuevos.

- ¿Cuántos años lleva de General? ¿Ha cambiado mucho su visión de la Compañía estando en Roma?

- Llevo seis años. Sí ha cambiado. Primero se juzgan muchas cosas desde fuera como amateur. El aficionado que ve las cosas sin información. Llega uno a Roma y se encuentra un alud de información  y cuando se conocen los problemas en detalle, y las personas, y por qué ha surgido un problema y su proceso, se ven las cosas ligeramente distintas. Hay apreciaciones que no cambian pero hay otras que sí. Y las que tocan a personas o instituciones concretas tienen que cambiar necesariamente con la información más completa que llega a Roma.

- Y le cambia a uno también ser el P. General

- No cambia uno en el carácter, el temperamento, como el Papa, sigue siendo él, pero ha cambiado su estilo, era más bien una persona adusta, ahora se ha hecho una persona muy cercana a la gente. Él lo atribuye a que así trabaja la Gracia. Él dice, yo no era así antes, era distante, serio… pero ahora me encuentro a gusto en esto, y él lo atribuye a la Gracia. Algo de eso pasa al ir a Roma. El carácter fundamental sigue pero tiene uno más información, tiene uno entrevistas como ésta, que antes no tenía, y uno es más consciente de que es una persona pública,  no hay tanto espacio para lo personal, para el gusto concreto.

- La visita de Benedicto XVI y su discurso en la Congregación General fue emocionante. Nos habló de ir a las fronteras ¿Estamos los jesuitas en las fronteras? 

- Creo que sí, que una de las razones por las que tenemos tantos y muy buenos colaboradores laicos y laicas es por estar en las fronteras. Se encuentran que ahí hay que estar, donde están los jesuitas. Lo que pasa es que las fronteras no son unívocas. Una de las cosas que hemos hecho recientemente en Roma es rehacer el mapamundi. Hacer un mapa de fronteras porque cada continente tiene fronteras distintas. África no tiene las mismas fronteras que Oriente Medio o Europa. Los provinciales de Europa han decidido que una de esas fronteras es la secularidad, que ciertamente es muy fuerte en Europa, y otra es el encuentro con otras religiones, sobre todo el Islam. La secularidad no ha entrado tan fuerte en África. Tienen el problema de la reconciliación, la guerra, la justicia, la paz, cómo trabajar por la paz, aunque el islam sigue siendo fuerte. En Asia tienen otras fronteras. En USA tienen el problema de la inmigración que es enorme. Cada continente tiene que decidir cuáles son sus fronteras y según eso organizar su apostolado y sus prioridades. Eso es lo que estamos haciendo en Roma, dos mapamundis, uno de fronteras y otro de puntos fuertes, porque cada continente tiene también puntos fuertes. Por ejemplo, USA, educación superior, es el único país donde tenemos 28 universidades. Tienen un saber hacer en la educación superior que no lo tenemos en otros sitios. El tercer mapa que queremos hacer es que nos den cinco o seis nombres de especialistas en esos puntos fuertes, para comunicarlos a toda la Compañía y que se les pueda pedir ayuda, de Asia, de Latinoamérica...  y esto está tardando en venir, porque los Provinciales hacen una lista larga, pero es más difícil una lista corta.

José Francisco Serrano Oceja


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