Los obispos vascos y el fin de ETA

La colaboración entre los obispos en el País Vascos data de finales de los sesenta. En octubre de 1969 los obispos de San Sebastián y Bilbao escribieron una carta pastoral en la que analizaban la situación social y eclesial. En los años 1974 y 1977, los citados prelados firmaron conjuntamente sendas exhortaciones con motivo de la Jornada Mundial de la Paz. A ellos se sumó el arzobispo de Pamplona para la Carta Pastoral de Cuaresma del año 74, que tenía como objeto la reconciliación cristiana. Desde el año 1977 el entonces obispo de Vitoria, monseñor Francisco Peralta, se unió a la elaboración de la carta pastoral de Cuaresma. Ahora, la citada Carta, que se convertía en un betseller allende las fronteras en no pocos sectores de la Iglesia, discurrirá por nuevos géneros de presencia, en un contexto litúrgico que evita las tentaciones y los dislates de naturaleza sociológica.

Esta nueva imaginación también ha marcado un antes y un después respecto a las instituciones que han tenido un protagonismo especial, como puede ser el Secretariado Interdiocesano de Pastoral, con sede en Vitoria, o la Comisión de Paz y Reconciliación de la Iglesia en Vizcaya. En no pocas ocasiones, estos centros se convertían en espacios en los que se daba forma al flujo de tendencias políticas, sociales y eclesiales, más volcadas en lo contingente que en una propuesta de identidad cristiana.

Ahora, los obispos, especialmente los de Bilbao y San Sebastián, que representan una nueva generación episcopal, han marcado la línea roja que no van a traspasar en sus actuaciones ante el final de ETA. Una línea que tiene que ver con un proceso histórico que arrancó en el año 2002, a raíz del documento de la Conferencia Episcopal "Valoración moral del terrorismo, de sus causa y de sus consecuencias", y que provocó la extemporánea reacción de no pocos eclesiásticos en el País Vasco hasta el punto de generar una intervención de monseñor Uriarte insistiendo que la doctrina del documento de la CEE no regía en aquel territorio. Lo que alienta esta nueva forma de enfrentarse al fin de ETA es, precisamente, ese documento de la Conferencia Episcopal, y algunos de sus proféticos puntos como los referidos a la contribución de la Iglesia al fin del terrorismo o a la educación de la juventud del País Vasco. Tanto los obispos vascos como la Conferencia Episcopal, apoyados por el arzobispo de Pamplona, han sintonizado la misma onda, con lo que se facilitará una voz concorde en el desarrollo de los acontecimientos y una no menor coordinación en los informes a la Santa Sede. También se ganarán en libertad, interna y externa.

José Francisco Serrano Oceja

jfsoc@ono.com

 
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