Los obispos, ¿esperan a Cremades o a Godot?

Asamblea Plenaria Extraordinaria.
Asamblea Plenaria Extraordinaria.

Una vez que ha ocurrido lo que ha ocurrido en la pasada Asamblea Plenaria extraordinaria de los obispos, una Asamblea por cierto sin mensaje del Nuncio, que ya me hubiera gustado escucharle, vamos a ir ordenando las ideas en una especie de tiempo de “impasse” hasta la próxima Asamblea de noviembre.

El problema, si lo hubiera, es que da la impresión de que la Conferencia Episcopal Española, que en este caso no es el Ejecutivo, ni la Permanente, sino todos los obispos, han entrado en una especie de bucle sobre la “narrativa pederastia”.

Al margen de que la Asamblea se hubiera convocado para dar una solución al conflicto con el Informe-Auditoría de Cremades, o para analizar loa datos del Informe del Defensor del Pueblo y la dichosa encuesta, lo que está claro es que los obispos habían mantenido una línea coherente de continuidad en la cuestión del relato público sobre la pederastia.

Lo que ahora se llama la narrativa dominante o prescriptora, base de una presencia social, condición de credibilidad pública.

Una línea de continuidad en el argumentario, incluso con portavoces distintos, Argüello y Magán, que, en reflejo de lo que venía de Roma, se construía sobre vías paralelas complementarias.

Por un lado, la jurídica, con los instrumentos que la Conferencia se había dado, Protocolos, Normativa general en modo de Instrucción, etc. En serie histórica la respuesta jurídica de la Iglesia en España es intachable.  

Otra línea práctica con la constitución de las Oficinas diocesanas de atención a las víctimas y sus trabajos. Tan diversas y plurales como la Iglesia misma.

También en relación con los religiosos de la CONFER, que ya me hubiera gustado a mí que hubieran salido un poco más escena en estos días pasados.

La otra vía de esa línea de coherencia estaba en la comunicación. Y ahí se había dado un paso significativo con el Informe “Para dar luz”, su página web, los volúmenes, que ya no sé si son siete, ocho o nueve, que se habían convertido en un referente tanto del titular numérico como de la síntesis de un proceso.

 

Y aquí viene una de las cuestiones que me parecen, a estas alturas, más graves de lo que está ocurriendo referido a este macro-relato de continuidad.

Los obispos habían dado un paso más y ciertamente significativo, incluso se habían adelantado al encargar el Informe-Auditoría de Cremades.

Iba a ser ese texto el que aquilatara integralmente esa línea coherente de actuación –otra cuestión es si esa línea nos gusta o no, es acertada en todos sus puntos o no-. Un Informe-Auditoría que abriera incluso nuevas perspectivas y que ratificara lo que se había venido en denominar “la vía española”.

De hecho lo que se pretendía, o así se percibe desde fuera, es que el Informe-Auditoría de Cremades, si hubiera llegado en su momento, sirviera para dar forma definitiva  al relato público sobre la pederastia de la Iglesia en España.

Pero esto ya no es posible. Pase lo que pase, diga ya lo que diga, incluso cuando lo diga, como texto del relato público, como imput del proceso social, el Informe-Auditoría Cremades ha quebrado en su fin, se ha roto, se ha complicado, no ha aparecido en su momento, va al rebufo de una aguas que se han vuelto, si cabe, más turbias y turbulentas.

En términos de opinión pública, por mucho que se gasten todo el dinero que quieran en magos del escenario mediático, ya no es su momento.    

Aunque se convierta en la panacea, en la referencia mundial del caso y la causa, lleva en sí mismo un potencial de instrumentalización, de agudización de estereotipos mentales como base para alentar determinados leit motiv, tanto externos a la Iglesia como internos.

Lo que digo, insisto, no tiene nada que ver con los contenidos del Informe-Auditoría. Lo estoy diciendo a efectos de contexto de narrativa o relato sobre las relaciones Iglesia-pederastia-España. Ya no será un informe preventivo, será otra cosa.

Habría que plantear hasta qué punto ese proyecto ha quebrado por haberse dejado contaminar por las idiosincrasias internas de la Iglesia española. 

Prueba de ello es el caso del inexistente ahora Informe Dagnino, que se ha convertido en un espectro.

Por lo tanto, si añadimos el incumplimiento temporal de Cremades, el famoso ultimátum que tampoco ahora es ultimátum,  a lo que ha ocurrido con el Informe del Defensor del Pueblo y la dichosa encuesta, o para ser más exactos la versión del diario “El País” de la encuesta, se ha creado una especie de bruma contextual sobre la continuidad del relato que llevaba la Iglesia.

Un relato que no era construcción teórica, ni ficticia, ni artificial, sino que estaba basada en un trabajo real con las víctimas, en una pretensión de verdad, en una voluntad propositiva.

Por cierto, sobre la encuesta de Defensor del Pueblo, recomiendo vivamente a lo lectores que no se pierdan el análisis que han hecho los amigos de e-Cristians, es decir Miró y Adèvol. Una joya desde el punto de vista de la inteligencia técnica.

Y también espero que los de GAD3 algún día digan algo al respecto de su trabajo.

Así estábamos cuando los obispos se reúnen una tarde y lo que deciden, transmitido por un buen comunicado de síntesis, es aplazar el partido.

Es decir, seguir mediáticamente, como se puede comprobar en la prensa de este miércoles pasado, alimentando no se qué expectativas a la espera de qué, de quién, ¿de Godot?¿de Cremades?  

Yo, que soy más de las últimas páginas de la “Tras la virtud” de Alasdair MacIntyre, prefiero esperar a que llegue san Benito.

                 

Comentarios