El obispo de Almería marca distancias

El obispo de Almería, monseñor Adolfo González Montes, anda estos días en boca de algunos, varios, entre dimes y diretes, que es como decir entre Pinto y Valdemoro. O mejor dicho, entre Almería y Getafe, que es la diócesis que algunos señalan como un probable destino para este obispo que antes fuera acreditado catedrático de teología.

Ya se sabe, quizá la Iglesia perdió un magnífico catedrático, y un profesor buenísimo –eso me consta-, y ganó un obispo con carácter, capaz incluso de una primorosa dialéctica que saca a pasear con no poca frecuencia.

La verdad es que don Adolfo no necesita presentadores. Se vale por sí mismo. Fino en la pluma, preciso en el argumento, contundente en la propuesta, sabe lo que quiere y dice lo que quiere, con precisión, ejercicio que parece no estar muy en boga en tiempos de ambigüedades calculadas.

De don Adolfo se cuentan muchas leyendas. Lo que nos interesa es la historia. Por ejemplo, la de una reciente intervención suya en favor de la unidad de España, contundente, que, por otra parte, no parece que influyera demasiado en sus receptores.

Don Adolfo es un hombre de conciencia. Y eso no se lo puede negar nadie. Cuando tiene que votar, vota en conciencia; y cuando tiene que hablar, habla en conciencia. Cuando tiene que defender un documento, lo defiende en conciencia. De ahí unas declaraciones suyas recientes en las que le planta cara a una sentencia judicial.

Según el teletipo de la Agencia Europa Press, siempre según el citado teletipo, el obispo de Almería, Adolfo González Montes, ha trasladado que “hay sentencias que son imposibles de acatar” y ha apelado al derecho a la libertad religiosa que garantiza la Constitución Española como “fundamental” para asegurar tajante que “nadie me puede obligar a otorgar la venia religiosa para enseñar Religión”. Se trata, claro está, del caso de una famosa profesora de religión.

Y añadió: “Eso es una violación de los derechos fundamentales y no puedo dar la venia religiosa si realmente no tengo en conciencia el convencimiento de que está dentro de los supuestos de mi propia confesión religiosa”.

No sé si don Adolfo tiene vocación de mártir. Lo que sí tiene es una claridad inusual a la hora de llamar a las cosas por su nombre y de enfrentarse, teórica y prácticamente, a algunas de las cuestiones más agudas en el ámbito de la relación entre justicia y derecho, justicia y norma jurídica y cumplimiento en conciencia de la ley, libertad religiosa y libertad de conciencia. Aquí, el obispo de Almería rema contracorriente, en varios océanos.

Por cierto, que en  el citado teletipo se trataba también el tema de la unidad de España y de la preservación del orden constitucional. Y apuntaba una coda final la noticia de agencia: “Ha insistido en el papel que deben desempeñar los políticos para “resolver el problema”, al tiempo que ha marcado distancias ante un posible papel de mediación por parte de la Iglesia a la hora de abordar y participar en la búsqueda de soluciones al conflicto”.

 

Interesante expresión esa de “marcar distancias”. 


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