Los nuevos ministros

Pero quien representa una forma singular de entender la política, y una forma de ser político, es Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior, a quien se ha calificado en los perfiles biográficos publicados por los medios como de profundas convicciones religiosas. ¿Qué significa este calificativo? ¿Acaso sus resaltadas profundas convicciones religiosas lo son en detrimento de su profesionalidad o pueden ser estrías de formas arbitrarias? ¿De qué manera influirán sus convicciones en sus decisiones como responsable de la seguridad del Estado, en el fin de ETA, en la relación de la Iglesia en el País Vasco con el denominado proceso de pacificación, en la urgente vuelta de la cuestión de la Basílica del Valle de los Caídos al estatus anterior, o en la necesaria regulación de la presencia social del movimiento del 11-M, una realidad amparada por amplios sectores de la Iglesia?

El nuevo ministro de Interior hizo gala de un extraordinario conocimiento de la tradición católica en sus primeras palabras al referirse a los "tiempos recios" teresiano-san juanistas. Así como sea tu lenguaje, será tu pensamiento, que decía Wittgestein. Podría hacer citado implícitamente la doctrina del beato Juan de Palafox, o a la ciencia de la cruz, y del martirio, de Santo Tomás Moro, personalidades a quienes admira profundamente. O quizá la intuición humana y espiritual de Santa Maravillas de Jesús. Pero estas notas de contexto no son suficientes para ofrecer las claves interpretativas de una personalidad política de la que se espera realice un impagable servicio a España.

Quienes quieran conocer en qué medida la confesión pública de la fe incide en el ethos de su actuar político pueden remitirse, por ejemplo, al libro "Los católicos y la política. Encuentros del cardenal Rouco con políticos católicos", editado por "San Pablo" en 2004. Este texto recoge las ponencias de los encuentros que el cardenal Rouco mantuvo con políticos y parlamentarios de todos los partidos, fruto del Jubileo de políticos y parlamentarios del año 2000. Esos encuentros, sin periodicidad fija, han congregado, en el Seminario de Madrid, a más de un centenar de representantes públicos durante años. En la introducción de ese libro, escrita por el cardenal Rouco, se lee: "No puedo, por último, más que agradecer su presencia a quienes generosamente respondieron afirmativamente a mi invitación; a los especialistas, que llevaron el peso de los temas allí propuestos; al Ilmo. Sr. Don Jorge Fernández Díaz, Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, y a monseñor Eugenio Romero Pose, obispo auxiliar de Madrid, por sus eficaz contribución a la organización de estos encuentros".

El citado libro concluye con un apéndice documental clave para la cuestión que nos ocupa: Discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los peregrinos parlamentarios y políticos, en la audiencia especial del sábado 4 de noviembre de 2000; Homilía del Santo Padre Juan Pablo II, el domingo 5 de noviembre de 2000, en la eucaristía del Jubileo de los políticos y parlamentarios; y Nota doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y conducta de los católicos en la vida política, de 24 de noviembre de 2002.

José Francisco Serrano Oceja

 
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