De nuevo la leyenda negra

Nos encontramos en pleno viaje del papa Francisco a Méjico, al continente de la esperanza, la base de la geoestrategia internacional del Papa. Como la actualidad marca el ritmo de las informaciones, y el tiempo de las columnas apunta hacia lo que perdura, de nuevo, han aparecido algunas cuestiones estos días sobre las que es adecuado reflexionar con calma.

Por ejemplo, la cuestión indigenista, por eso de que este viaje está cargado de reminiscencias históricas, y de personalidades que contribuyeron a dar forma a la presencia evangelizadora de la Iglesia en la América hispana, o latina, que dicen algunos. 

Y para reflexionar sobre estas materias, qué mejor ruta que seguir el hilo argumental del pensamiento de Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontifica Comisión de América Latina, y hombre cercano al Papa.

Existe, según esta autor, “un pernicioso “indigenismo”,  ideología   de intelectuales que pretenden disociar y contraponer las raíces  indígenas, hispánicas y católicas, sin considerar (como ya dicho) que  los 40 a 50 millones de indígenas, en su grandísima mayoría,  por  razones de sangre, lengua, cultura y religión, son “mestizos”, si bien marginados, con rostro indígena.

Tal indigenismo re-propone hoy la “leyenda negra” (ya no contra España, sino contra la Iglesia católica y su evangelización), se nutre del mito del “buen salvaje”, intenta resucitar arbitrariamente las religiones paganas naturalistas, promueve los nuevos brujos y “chamanes” y enlaza la relación indígena con la “madre tierra” según sensibilidades contemporáneas del panteísmo “holístico”, típico de las corrientes “new age””. 

Hay dos claves con nombre de personas en este viaje del Papa: Fray Bartolomé de las Casas y el obispo Vasco de Quiroga. Antes de que llegue la avalancha de los exégetas de las viejas y nuevas leyendas negras, sin caer en la tentación de las leyendas rosas, hay que recordar, como hace este profesor uruguayo que trabaja en Roma, algunas cuestiones claves.  

En su estudio sobre la irrupción de los nuevos movimientos indigenistas en América Latina, colgado en la página web de la Pontificia Comisión para América Latina del Vaticano, “la verdad es que en la epopeya de la primera evangelización americana fueron multitud los misioneros que se convirtieron en defensores de la dignidad humana y la libertad de los indígenas.Más aún, consideraron desde el comienzo a los nativos del “Nuevo Mundo” como criaturas de Dios, llamadas a recibir el bautismo, regenerados por la gracia pascual como hijos de Dios. Cierto es que no faltaron reyes (ante todo, la Reina Isabel) ni emperadores (como Carlos V y Felipe II) ni funcionarios de la corona, que también defendieron a los indios. Sin embargo, la violencia de la conquista y acción de los colonizadores provocaron una situación de opresión de los indios, que muchos misioneros no se cansaron de denunciar y combatir”.

En la presencia hispana en América no hubo “puritanos” como en las 13 colonias inglesas de Norteamérica. “Los nuevos pueblos americanos –insiste el profesor Carriquiry-,  fueron, desde sus orígenes, fruto de un intenso mestizaje étnico y cultural. Se trata de un mestizaje desgarrado, todavía no concluido, pues hay que saber respetar e incluir “todas las sangres” (como afirma el documento de Aparecida). Pero esto es importante tenerlo en cuenta, pues quienes actualmente son llamados “indios” en América Latina son, en su gran mayoría, fruto de tal complejo mestizaje”.

 
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