La noticia del cardenal Cañizares

Hay teletipos –por utilizar una terminología clásica- que a uno le dejan sin aliento. Ocurrió esta pasada semana. La agencia de noticias de la Archidiócesis de Valencia, AVAN, publicaba una información, de la que han tenido buena cuenta nuestros lectores, en la que el cardenal Antonio Cañizares rectificaba las declaraciones a Catalunya Radio del secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional en torno al debate sobre la secesión.

Por cierto, eran las vísperas de un Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal. Reunión que el cardenal Cañizares suele preparar releyendo algunas de las páginas más granadas de la literatura española más clásica.

El sacerdote polaco Krzysztof Charamsa afirmó que “la Doctrina Social de la Iglesia defiende el derecho a la autodeterminación de los pueblos como parte de los derechos del hombre, y que el más importante derecho de las naciones es el de la independencia”.

Al referirse a la posición expresada por la CEE sobre ese problema, dijo que “cuando se dice que la unidad de España es un bien moral, me preocupa mucho esa afirmación porque un análisis teológico plantea muchísimas dificultades, si es que no debe decirse claramente que es falsa, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia”.

Ojo al dato, lo de España como bien moral no lo dice ningún documento de la CEE. Si no mal recuerdo, lo dijo el cardenal Cañizares, entre otros.

El cardenal Cañizares, tan hábil dialécticamente como siempre, le dio la vuelta al argumento y le pedía la sacerdote experto en Doctrina Social que la Santa Sede, por ejemplo, la Congregación para la Doctrina de la fe, se pronunciara sobre la secesión.

Estas declaraciones acompañaban en el tiempo a la Nota de la Conferencia Episcopal Tarraconense –concepto aceptado por Roma, el de Conferencia Episcopal, que no debe llevar a equívoco-, en la que se dice que “en estos últimos años se han manifestado nuevos retos y nuevas aspiraciones que afectan la forma concreta en la que el pueblo de Cataluña debe articularse y cómo se quiere relacionar con los pueblos hermanos de España, en el contexto europeo. No le toca a la Iglesia proponer una opción concreta, pero sí que defendemos la legitimidad moral de todas las opciones políticas que se basen en el respeto a la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos, y que busquen con constancia la paz y la justicia”.

Daba la impresión de que se hacía verdad aquello de que “te lo digo Juan, para que me entiendas Pedro”. Quizá porque más de un lector de la Nota de los obispos catalanes le haya dado vueltas a es afirmación sobre la “legitimidad moral de todas las opciones políticas que se basen en el respeto a la dignidad inalienable de las personas y de los pueblos, y que busquen con constancia la paz y la justicia”. Frase que, en sí misma, tiene un significado, y en el contesto actual de las elecciones catalanas tiene otro.

Dejo la idea que equipara la dignidad de las personas y de los pueblos a un lado. Se entiende que hay que utilizar adecuadamente la analogía. Me interesa más saber cómo plantear adecuadamente la cuestión de la búsqueda constante de la paz y de la justicia, y preguntarse si uno, cuando busca la paz y la justicia, debe tener en cuenta la ley lícita y legítima, es decir, el ordenamiento que regula la forma de convivencia y los valores que deben preservarse. En este caso, la Constitución española y las normativas que se derivan de ella. ¿Qué pasa con las opciones políticas que están planteando propuestas contrarias a lo dictado por el Tribunal Constitucional?

 

Aunque, por otra parte, no creo que la prueba principal esté en el derecho positivo solo, sino en un estrato anterior, que afectaría  a la cuestión en sí: la secesión de Cataluña de España, por un lado, y el procedimiento que se está llevando a cabo, por otro.

Podría seguir por aquí, pero no. Porque hay otras cuestiones que es posible puedan interesar también. Por ejemplo, estas afirmaciones de los obispos catalanes, que como ellos dicen pertenecen a declaraciones anteriores de su magisterio, se infieren o hermanan con las de los documentos de la Conferencia Episcopal “Valoración moral del terrorismo, de sus causas y de sus consecuencias”, de noviembre de 2002, y “Orientaciones morales ante la actual situación de España”, de noviembre de 2006. 

¿Acaso lo que decían los obispos en 2002 y 2006 ya no sirve? ¿Por qué no se recuerda lo que afirman esos textos ahora? ¿Tiene las proposiciones de los documentos de la Conferencia Episcopal fecha de caducidad?

Habrá que seguir estudiando…

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