Michavila, el delirio estadístico de “El País” y otras derivadas

Narciso Michavila.
Narciso Michavila.

Narciso Michavila, gurú de la demoscopia, musa sociométrica de la derecha española, a quien leo con gusto últimamente en Aceprensa, apareció al tercer día, o a la tercera semana, o casi al tercer mes después de que el Defensor del Pueblo pusiera en bandeja la extrapolación del número de curas pederastas en España.

Y lo hizo en la semana de la Asamblea Plenaria en los micrófonos de la COPE al día siguiente. Bien es cierto que fue a la COPE a interpretar sociológicamente lo que está pasando en España. Pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, análisis al canto.

No hubiera estado mal que los obispos aprovecharan la Plenaria para llevar a Michavila a la Conferencia Episcopal a una de esas sesiones reservadas en las que hablan de todo.

El cardenal Omella había dicho el día anterior que “nos sentimos obligados a manifestar el dolor y el malestar que hemos sufrido ante la difamación publica causada por una intencionada y errónea extrapolación, realizada por algunos medios de comunicación, a partir de un dato de una encuesta llevada a cabo por la firma GAD3 y publicada en el Informe del Defensor del Pueblo. Expresamos nuestra intensa decepción por la citada extrapolación y por la dudosa fiabilidad de los resultados presentados de dicha encuesta. Dicha infundada e intencionada extrapolación condujo a algunos medios de comunicación a la exorbitante afirmación de que en España hay casi medio millón de abusados por ministros ordenados y consagrados de la Iglesia; cuando lo único cierto y contrastado es que el Defensor del Pueblo ha recogido 373 testimonios que se refieren a 487 víctimas. Una extrapolación que el Defensor del Pueblo en reiteradas ocasiones afirmó que no se podía hacer y que muchos técnicos así lo han confirmado durante las últimas semanas”.

Que conste que a Michavila no le pagan los obispos. No recuerdo que los obispo le hayan encargado ninguna encuesta.

Pues bien, Narciso Michavila, a quien determinados periodistas llaman por su apodo por eso de la confianza, dijo con claridad, respecto a la extrapolación, que “la cifra, no aparece ninguna cifra en números absolutos, ni puede salir de la encuesta GAD3, ni en el propio informe. La cifra que se ha acuñado periodísticamente es un delirio estadístico”.

Defendió su tesis no desde la perspectiva del análisis de la ficha técnica. Aclaró que los obispos, periodistas y políticos, no tiene por qué saber de estadístico, o sí, digo yo, sino desde un argumento técnico.

Si seis de cada mil te han respondido, te han dicho algo, en una encuesta, no es un tercer grado o una declaración judicial. Puede haber otros 6 de cada mil que no te hayan dicho o digan la verdad.

Por lo tanto, ningún encuestador va a someter a esa persona a otro proceso para que diga si ha dicho la verdad, porque la encuesta no está hecha para sacar números absolutos. Y, sobre todo, la cifra es un delirio estadístico porque no encaja con la realidad social, Michavila dixit.

 

Es decir, que metió el dedo en la llaga no sólo de lo que es una encuesta sino de los problemas del método, que se basa en que a quienes preguntan te digan la verdad, es decir, lo que corresponde con la realidad. 

Me gustaría saber, por tanto, cuándo Gabilondo decidió incluir una encuesta en su informe. Si esa actuación estaba prevista inicialmente o se incluyó con el Informe en marcha para dar color.

En resumen, misil en la línea de flotación de “El País”.

Hablando de “El País”. Este fin de semana, calentando motores, el periódico resucitó el Caso “Cremades” el domingo previo a la Asamblea Plenaria.

Lo hizo señalando a Alfredo Dagnino y diciendo, literalmente, que era un topo de los obispos en el despacho de Cremades para que el Informe no reflejara la realidad sino que fuera favorable, confirmatorio, a las tesis de los obispos.

Si el periódico de PRISA afirma que Dagnino era un topo, entiendo que probarán que Dagnino recibía alguna compensación por parte de los obispos por su trabajo de topo.

De lo publicado por “El País” surgirían las siguientes preguntas, entre otras:

¿Quién está alimentando y por qué la versión de que Cremades, que es un contratado por los obispos, se vuelve contra sus clientes, los obispos, dando a entender que los obispos no quieren ver la realidad y Cremades es el terapeuta de la ceguera de los obispos?

¿De verdad que la causa del retraso es Dagnino? ¿Acaso Cremades no conocía a Dagnino? ¿Por qué Cremades contrató a Dagnino mucho antes de que surgiera esta cuestión? ¿Por qué los obispos contrataron a Cremades? ¿Sólo porque estaba Dagnino, entonces? ¿Por qué Cremades le encargó a Dagnino lo principal de este trabajo como aparecía en la carta de Cremades?

Si Dagnino era el que hacía el Informe y es causa del retraso, no es lógico que se diga que era el infiltrado de la CEE, porque el retraso va en contra del interés de la CEE, no sólo del despacho de Cremades.

¿Qui prodest? ¿A quién beneficia todo esto?

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