El mea culpa de un sociólogo

Acaba de publicarse en español un libro clave para entender el fenómeno religioso en la sociedad contemporánea. O al menos para comprender el tratamiento que de esta realidad se ha venido haciendo en el Olimpo de la sociología.

La editorial Sígueme, ha traducido el libro de Peter L. Berger “Los numerosos altares de la modernidad. En busca de un paradigma para la religión en la era pluralista”, una especie de “mea culpa” intelectual de primer orden.

Hay que tener en cuenta que Peter L. Berger es un punto de referencia indiscutible para estas materias en la prensa internacional y que además suele pronunciarse, pegado a las cuestiones de actualidad, en su sitio blog del diaro “The American Interest”.

La teoría de la secularización –que todavía defienden algunos autores- se basa en la idea de que la modernidad conllevaba necesariamente un declive de la religión. Del declive hasta su desaparición, propugnan algunos. Esta teoría convertida en paradigma, ha sido la dominante durante mucho tiempo.

Peter L. Berger, en una primera fase de sus trabajos, aceptó la validez de esa teoría. Pensaba que había hechos que respaldaban esa teoría de la secularización. Ahora confiesa que estaban malinterpretados. ¿Cuál fue el error? Considerar que a más secular, menos religión; o menos religión por ser más secular y que el pluralismo era un factor más que favorecía la secularización.

Sin embargo, ahora se han dado cuenta de que el pluralismo, la coexistencia de distintas cosmovisiones y sistemas de valores, es el cambio fundamental producido por lo que se llama la modernidad. El pluralismo puede estar vinculado o no a la secularización, pero no es condición de ella. De hecho lo que se está demostrando es que no ha disminuido la práctica religiosa, todo lo contrario. Lo que ha ocurrido es que esta práctica se está desarrollando en un contexto plural, que no quiere decir secular.

La secularidad occidental no es la única forma de modernidad; existen otras versiones en las que la religión juega un papel determinante en la propia construcción, incluso, de la secularidad.

De ahí que se esté trabajando en la relación entre institución y conciencia. En la mayoría de los creyentes no existe una dicotomía entre fe y secularidad, sino que existe una “construcción copulativa fluida”.

Estamos, por tanto, ante un libro que contiene una serie de afirmaciones en las que no hay que estar de acuerdo con todas, ni mucho menos. Pero que seguro nos darán que pensar. Sobre todo si aplicamos algunas de sus ideas al Pontificado del Papa Francisco y lo que éste significa. 

 
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