¡Larga vida a AEDOS!

Aedos.
Aedos.

He tenido la oportunidad de leer el libro, editado por Ideas y Libros Ediciones, empresa cultural de mi admirado Germán Rueda, “AEDOS. Una aventura intelectual en marcha”.

Y lo he hecho en paralelo a la lectura del libro de David Jiménez Torres, “La palabra ambigua: los intelectuales en España (1889-2019)”, del que no lo duden, tarde o temprano, les terminaré hablando.

El día en que se publique un libro sobre intelectuales católicos en la España contemporánea, sobre la relación entre cultura y fe, sobre las instituciones, iniciativas, organizaciones que mantuvieron la llama encendida de la formulación pública, social, del pensamiento cristiano, tendrán que dedicar un capítulo a AEDOS (Asociación para el Estudio de la Doctrina Social de la Iglesia).  

Para quienes no conozcan esta iniciativa, les diré que, desde 1989, un grupo plural de pensadores, profesores universitarios, políticos, periodistas y afines se reunían periódicamente por capítulos temáticos para debatir sobre cuestiones de actualidad. De las diversas metodologías que se han utilizado la más común era y es la de los Seminarios.

De la producción de AEDOS ha salido una colección de volúmenes nada desdeñable. De entre los que yo conozco, pondría el ejemplo del dedicado al nacionalismo, coordinado por el historiador José Andrés Gallego. No creo que se pueda escribir sobre esta cuestión en España sin tener como referencia ese volumen.

En este sentido recuerdo los debates, cuando nos preocupaba el juicio moral del terrorismo y del nacionalismo, entre Pérez Soba y Costa en el marco de esos encuentros.

Si por algo se caracterizaban esos encuentros era por la libertad, incluso a la hora de publicar las intervenciones. Una libertad que también está relacionada con la liberación de los corsés de los escritos académicos.

Ahora, no sin cierta nostalgia percibida, que debiera alentar el presente y el futuro, se ha publicado un volumen para dejar constancia del trabajo realizado y para animar los proyectos de futuro.

Entre otras razones porque creo que no hay iniciativa similar en España, de tan amplio espectro respecto a los temas que se abordan: bioética, economía, cuestiones sociales, comunicación, historia educación, antropología, familia y estética, al margen de los encuentros judeo-cristianos, y los seminarios sobre cuestiones actuales.

 

Como decía Herrera Oria, no hay proyectos sin personas. Y hablar de AEDOS significa hablar de Fernando Fernández, lo más parecido a un Quijote de la Doctrina Social en nuestro tiempo.

El libro no solo levanta acta de los encuentros tenidos a modo de un minucioso catálogo. También ofrece algunos trabajos, de diverso corte, modo ensayístico, en los que se abordan cuestiones de fondo.

Si por algo se caracterizó siempre AEDOS fue por la amplitud de miras, por la oportunidad de un diálogo entre personas que no procedían de las mismas tradiciones y escuelas intelectuales, incluso  cuando representaban cosmovisiones antagónicas.

En la órbita de AEDOS también cayeron, en los últimos años, los encuentros empresarios-obispos, que eran algo más que encuentros empresarios-obispos. Se podría decir mejor intelectuales-prescriptores sociales-obispos. Una iniciativa que, entiendo, ya no se hace y que se echa de menos. Y no sé por qué razón no se celebran ya.

Para que quede constancia de los autores de este volumen, he aquí sus nombres. Se darán ustedes cuenta del nivel de esta iniciativa: Donato Barba, Carlos Álvarez Jiménez, Antonio Argandoña, José Barta, Javier Hernández-Pacheco (+), Santiago García Echevarría, José Manuel García Ramos, Rafael Gómez Pérez, Agustín Gonsález Enciso, María Lacalle Noriega, Natalia López Moratalla, Higinio Marín, Miguel Alfonso Martínez-Echevarría, María Molina León, Antonio del Moral, Félix-Fernando Muñoz Pérez, Dalmacio Negro Pavón, Luis Núñez Ladevéze, Juan José Pérez-Soba, Aquilino Polaino, Rafael Rubio de Urquía y Jaime Urcelay.

Tengo que confesar que no pocas de estas personas han sido para mí, y para mi generación, referentes de pensamiento y de acción.

En fin, ¡Larga vida a AEDOS!

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