Lo que nos jugamos en China

Un muy querido y siempre recordado amigo jesuita, -a quien, por cierto, solo veo en las fotos de los medios trabajando con inmigrantes- nos ha remitido a su lista de distribución un interesante informe sobre el cristianismo en China. Una serie de cifras, datos, apuntes, declaraciones en sesudos estudios, que bien merecen un minuto de atención.

En un país como 1,360 millones de habitantes, el gobierno chino reconoce que existen 23 millones de cristianos, entre católicos y protestantes. Pero se considera que esta cifra no es cierta. Los más optimistas apuntan a que los cristianos son 100 millones. La Universidad de Purdue estima que esta última cifra es la real y que en el 2030 alcanzarán la cifra de 247 millones. El Pew Forum sobre Religión y Vida pública considera que son 67 millones, 58 millones protestantes y 9 millones de católicos. Estaríamos hablando, más o menos, de un cinco por ciento de la población.

Un número que va en ascenso y que se incremente año en año. La mayoría de los nuevos fieles son jóvenes urbanos, de clase media, con alto nivel de estudios y que se mueve en círculos sociales influyentes. De los cristianos, más de dos millones pertenecen al Partido Comunista Chico (PCCH). Las autoridades políticas siguen viendo a las Iglesias cristianas como “extranjeras” y les preocupa el auge del cristianismo, que no pueden controlar.

La investigadora Gerda Wielander, de la Universidad de Wetsminster, en su trabajo, “Los valores cristianos en China”, señala que los cristianos en ese país tienen actitudes más cívicas, son más proclives a pagar impuestos y sus organizaciones se han volcado en los servicios sociales, el cuidado de los ancianos y la atención a los más pobres en aquellos ámbitos a los que no llega el gobierno.

Hay que destacar que el número de cristianos activistas, es decir, que se meten en política, es muy alto. Entre ellos el fundador del movimiento anticorrupción Xu Zhiyong, o el abogado Pro Derechos Humanos Gao Zhisheng, recientemente puesto en libertad. Dos de los tres líderes que formaron parte del movimiento Occupy Central, que tomó las calles de Hong Kong el año pasado, son cristianos, y también el líder estudiantil Joshua Wong.

Las persecuciones a los cristianos continúan, aunque depende mucho de las autoridades locales. Lo que más le interesa ahora al gobierno es tomar medidas para asegurarse que los cristianos sean obedientes a las autoridades. 

 
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