Un hurra por los obispos vascos y navarros

Los obispos del País Vaco y Navarra ya no escriben en Cuaresma y Pascua. Ahora lo hacen en Pentecostés.

En esta señalada fecha del calendario litúrgico han hecho pública una pastoral conjunta sobre la educación que, con toda probabilidad, y sin toda probabilidad, es uno de los mejores textos sobre esta cuestión que se hayan publicado en España desde hace mucho tiempo.

El título de la carta conjunta, que sorprendentemente ha pasado inadvertida para la opinión mediática y pública –quizá porque no está destinada a crear conflicto social-, es “Me enseñarás el camino de la vida. Desafíos contemporáneos de la educación”.

Un documento amplio que ofrece una visión global de los textos y contextos sobre la naturaleza de la educación, sobre su presente y su futuro. Son muchos los aspectos que se abordan en la carta: desde los desafíos actuales en el ámbito educativo, pasando por un capítulo sobre Jesús, el maestro, que encierra una clarificadora cristología, hasta llegar a las cuestiones dedicadas a los fundamentos antropológicos de la educación, la relación entre educación y sociedad, la familia, sujeto originario de la educación, el educador y la comunidad educativa, la escuela y la universidad católica, y las dimensiones sociales y políticas de la educación. Sin olvidar, por supuesto, la clase de religión.

Quizá lo dicho por los obispos del País Vasco y Navarra no represente una novedad absoluta, dentro de la bibliografía más actual sobre estas materias. Pero sí ofrece una propuesta con la que quienes se dedican a la educación –y todas las familias se deben sentir interpeladas ante este proyecto- cuentan con un marco de análisis y de reflexión, de diálogo, de estudio, personal, comunitario y público.

Muestra de ello, uno de los párrafos más destacados en lo referido a la escuela y la Universidad católica:

“Es necesario fomentar la identidad cristiana de forma explícita y propositiva manteniendo su significatividad, relevancia e influencia en un contexto de indiferencia cuando no de hostilidad en algunos casos. El perfil y la elección de las personas que configuran los equipos directivos y la labor que desarrollan son aspectos decisivos para asegurar la identidad y misión de los centros desde una perspectiva netamente evangélica. A estos equipos queremos también mostrar nuestro agradecimiento y apoyar decididamente su tarea. Es condición ineludible para garantizar la identidad de la Escuela Católica la implicación de las familias en la tarea educativa”. 

 
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