No me gustan las listas de obispos

Comisión permanente de la Conferencia Episcopal.
Comisión permanente de la Conferencia Episcopal.

He leído, he visto, he tocado, la página web norteamericana faithfulshepherds.com en la que uno puede escribir el nombre de una diócesis, le aparece inmediatamente el obispo u obispos, se presentan sus datos principales, incluso de contacto, y lo que el obispo/os ha afirmado sobre cuestiones doctrinales candentes.

Espero que a nadie se le ocurra hacer eso en España. Bueno, la verdad es que por aquí las declaraciones de los obispos sobre cuestiones doctrinales de actualidad suelen ser proporcionalmente menores que las de otros episcopados, entiendo que por cuestión de locuacidad. 

Por cierto que recuerdo, pero tengo que buscar, que ya existe una iniciativa similar de los cardenales de la Iglesia. En perspectiva de Cónclave, por supuesto.

Tener información  a mano de los obispos, en cuanto obispos y en cuanto líderes eclesiales, al fin y al cabo lo son en la Iglesia sinodal, está bien.

Hacer listas, señalamientos, elencos, vademécum referenciales, me parece peligroso.

En términos generales no me gustan las listas. Cuando se hace una lista, de cardenales, de obispos, de periodistas, de lo que sea, y además se hacen públicas, como toda acción humana implica una intencionalidad de señalamiento, de referencialidad.

Un intencionalidad que se puede usar e instrumentalizar para un fin que no se suele corresponder con una adecuada intención. Una lista implica una diferenciación y una adscripción, un encuadre, una apuesta por tomar partida, una división, incluso una generalización que suele ser injusta con la realidad.

Entiendo que, en algunos casos, son pedagógicas, pero no sólo son eso.

No estoy hablando de estadísticas, ni de números, ni de series históricas compartidas. De hecho tengo la impresión de que este mundo de la sociometría, sin caer en la trampa de pensar que la sociología lo resuelve todo, debiera estar más presente en la Iglesia como signo de transparencia. Lo útil no siempre es lo adecuado.

 

La Iglesia en salida tiene que ver con una Iglesia de ventanas abiertas, de datos públicos, de información, apertura y transparencia.

Si la sinodalidad es caminar juntos, estar a la escucha, hablar, dialogar, ponerse en camino, acompañar al otro, sentirse acompañado, la corresponsabilidad se ejerce también mediante el conocimiento y la información y no sobre el desconocimiento, el ocultamiento e, incluso, la desinformación.

Para ir a con alguien a algún sitio, necesito saber a dónde voy, incluso por qué voy y por dónde voy.

 No voy a poner ejemplos concretos para que nadie se sienta interpelado. Haberlos, los hay y no muy lejos.

Que conste que hay datos que ni se deben saber, ni se tienen que saber públicamente, incluso ni tienen por qué querer conocerse.

Por eso da la impresión de que determinadas dinámicas que se han destapado no contribuyen adecuadamente al buen clima, fair play, es decir, a la comunión que debe regir todas las acciones en la Iglesia. También las informativas.

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