El Gobierno no puede con la Iglesia

Pedro Sánchez y Juan José Omella.
Pedro Sánchez y Juan José Omella.
Pensé titular esta columna “El tema del cardenal Omella”, pero no lo hago. En el vídeo que distribuyeron el día de su encuentro, en la enésima fase, con el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el cardenal Omella utiliza 22 veces la palabra “tema” en 2 minutos y 1 segundo.

Ortega y Gasset escribió sobre el tema de nuestro tiempo. ¿Cuál es el tema del cardenal Omella?

Por cierto que en las imágenes de la escena de la conversación, que no es lo mismo que de la escena del sofá, me da que el cardenal Omella y Pedro Sánchez estaban cambiados.

Suele ser común que el anfitrión se siente en el sofá individual, a modo de sede, episcopal, y nunca mejor dicho. Y en el módulo de varias plazas, el invitado. Entre otras razones por el mensaje de la comunicación no verbal. Y porque el invitado puede estar acompañado.

Cualquiera que haya ido a ver a un obispo a su despacho, o al lugar en el que recibe, habrá tenido esa experiencia. Como se puede ver por las imágenes, en este caso ocurre al revés. Entiendo que una mera casualidad y que no hay que hacer teología de esta cuestión.

Pero vayamos al fondo, que no a la forma. Da la impresión de que el Gobierno no acaba de pillar a la Iglesia con los temas económicos. Recuerden el informe del Tribunal de Cuentas, que quería demostrara que la gestión del dinero que la Iglesia recibe de la asignación tributaria tenía sus agujeros.

Luego resulta que esa información estaba basada en un trabajo previo a la discusión en el pleno del Tribunal. Y que no era tal como se había filtrado interesadamente.

Más tarde vinieron las inmatricualciones. Y al final, es la Iglesia la que hace el “fact cheking” de los bienes y le coloca al Gobierno la pelota en su tejado.

Y además lanza un mensaje subliminal. Quien hizo mal las cosas fue determinada administración pública, sin especificar, quizá por la precipitación de querer sacar a pasear cuanto antes este asunto.

Ahora llega el capítulo del IBI, de los impuestos. Coincidió que esa noche de autos pude oír varias tertulias radiofónicas, no todas al mismo tiempo. En la de la SER estaban de contertulios, Carmen Calvo y Pablo Iglesias, con el exministro García-Margallo.  

 

Carmen Calvo dijo bien claro que a ella, el cardenal Parolin, le había dicho que la Iglesia no tenía ningún problema en renunciar a los impuestos que eran un privilegio. Que eso lo habían hecho el episcopado francés e italiano.

Pero claro, el problema, y lo reconocía como tal la ex del Gobierno, era que las exenciones que tiene la Iglesia las disfrutan las ONG´S. Y que la Iglesia no es una ONG.

Por cierto, que esta última afirmación probablemente fue de lo poco verdadero que dijo. ¿Cuál será la solución?

Carmen Calvo dejó bien claro que ella había hecho varias propuestas, que conocía el ministro Félix Bolaños, y que esperaba que se llevaran adelante.

En resumen, que el próximo capítulo será el IBI y compañía, y que vamos a ver cómo hacen la distinción de las exenciones de la Iglesia en su dimensión de culto y en su dimensión de negocio, como dice alguno. ¿Cuál es el negocio de la Iglesia?, habría que preguntar.

Otra cuestión es que abordar ese asunto de los gravámenes, implica, tarde o temprano, a los Acuerdos Iglesia-Estado.

Y éste es el tema del cardenal Omella como Presidente de la Conferencia Episcopal. Ser garante de los Acuerdos, de los actuales o de los que vengan, como referencia y reconocimiento de los derechos de la Iglesia. Al fin y al cabo, garantía del ejercicio libre de su ministerio, ser y actuar, en una sociedad plural. Y también garantía para los católicos, que somos los beneficiados de lo que dicen los Acuerdos.

No lo olvidemos.

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