Gabilondo, Savater, Melchor Miralles y lo que escriben los obispos

Ángel Gabilondo, Defensor del Pueblo, en la rueda de prensa sobre el informe de abusos en la Iglesia.
Ángel Gabilondo, Defensor del Pueblo, en la rueda de prensa sobre el informe de abusos en la Iglesia.

Dice el diario “El País”, portavoz oficial de los Informes y de los informantes, que este miércoles Gabilondo, Ángel, va a ir al Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal a explicar el Informe.

Ya hasta por “El País” no enteramos de lo que pasa en los Ejecutivos de la CEE. Entiendo que irá a explicar algo más que el Informe, que se explica a sí mismo y por sí mismo.

Quizá contará qué tienen pensado con eso de seguir el ejemplo de la Memoria histórica, que empezó con un Informe, luego una Comisión y se acabó con una ley. Y como decía ayer el boletín oficial de la causa, el dinero.

Por lo tanto, vayan preparando los obispos la cartera, las comparecencias en esa Comisión y vayan estudiando cómo puede ser esa ley que, seguro, chocará con los Acuerdos Iglesia y Estado, lo que el Defensor del Pueblo llama Concordato.

Un paseíllo mediático de los obispos españoles  por el Congreso tendría mucha carga simbólica.

A propósito de la entrevista, y del caso y de la causa, me fijaré en algunos artículos publicados preferentemente estos días en el diario de PRISA. Lo digo a efectos de síntoma de la opinión pública y publicada.

El viernes 3, Najat El Hachmi, conocidísima escritora española de origen marroquí –datos de Wikipedia, como no podía ser menos-, pide, entre otras cosas, que la Iglesia “debería ser llevada a los tribunales como organización implicada en los crímenes”. No sé yo quién debería ser llevada a los tribunales.

Me quedo con la columna de Fernando Savater del sábado, titulada “Hipocresía”, que ironiza con la diferencia entre los 400 y los 400.000: ¡Mi capitán, vienen 1.005 indios!”. “¿Estás seguro?”. “Bueno, delante vienen cinco y detrás unos mil”.

Añade: “La pederastia clerical, cuyos casos suelen ser a veces bastante remotos, tiene gran renuncia en los medios que no quieren hablar de abusos más recientes (la contagiosa moda de metamorfosis trans entre niños, por ejemplo). Y por el escándalo de que sean los que alardean de mayor moralidad quienes dan peor ejemplo. Justo como la izquierda, por cierto: ellos, tan demócratas, promulgan una amnistía que se cisca en los derechos de 47 millones y medio de españoles. El mayor abuso”.

 

Hace unos días, casi por casualidad, vi en Netflix un documental titulado “En nombre de ellas” sobre el caso Kote Cabezudo. Tengo que decir que aprendí mucho sobre procesos psicológicos de victimización y revictimización.

Supuso un encuentro casual con el periodista Melchor Miralles, quien en el post de Diego Armario confiesa que cree en Dios y que un jesuita le ha ayudado a vivir en estos los últimos años.

Dice Melchor que su investigación de ese caso le ha costado la muerte civil y periodística. No lo sé. Lo que sí sé es que ha escrito un post en su portal magazine.imaginaciontalento.com –It magazine- , titulado “Los abusos sexuales en la Iglesia”, en el que dice las verdades como el barquero.

Por último, el sábado, el arzobispo de Oviedo, don Jesús, el arzobispo solitario a este paso, se largó un notable artículo de los suyos en “El Debate”. 

También sobre este caso de la pederastia y esta causa. Creo que don Jesús tenía algo que decir sobre lo que el Defensor del Pueblo afirma de la diócesis de Oviedo. Y lo dijo en un comunicado.

En fin, la Iglesia sí tiene quien la escriba, los obispos, no lo sé.

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