La experiencia de este fin de semana

La sombra del Meeting de Rímini es alargada. Y llega hasta Madrid. Tanto el Meeting Rímini como EncuentroMadrid son algo más que un lugar emblemático para conjugar la amistad entre quienes tienen un proyecto de vida y de razones en común. Son un método de presencia pública de la propuesta cristiana, que va más allá de la concepción espectacular de la fe y de la pretensión de ocupar sin pedir permiso los espacios sociales. EncuentroMadrid es un dato más de la afirmación de que la fe abarca todos los ámbitos de la vida.

Una de la dimensiones más fecundas del EncuentroMadrid es, sin lugar a dudas, la cultural. El catolicismo español no anda sobrado de lugares civiles en los que la inteligencia de la fe se haga presente, de posibilidades de diálogo. Es un mal que procede de antaño. La carencia de un ejercicio de comunión y de colaboración en el que se desentrañe el tejido civil y social de la historia presente, y en el que se formulen y se expliciten apuestas de fondo y con forma para contribuir al desarrollo de las personas y de la sociedad, lo que en términos clásicos se definiría como el bien común, nos atenaza.

Durante este pasado fin de semana hemos podido comprobar como EncuentroMadrid, fruto maduro del espíritu de Comunión y Liberación en nuestro país, es ya una fecha que no se puede obviar en el calendario. 

Rico en ideas y en experiencias, este encuentro contó con un invitado de lujo, el cardenal Scola, que dijo algo que debiera dar que pensar:  “¿Qué quiere ser el hombre postmoderno? –se preguntó- ¿Queremos ser nuestro propio experimento, o queremos ser un yo-en-relación? Somos como un boxeador que ha sufrido un golpe tremendo y se levanta con dificultad. El hombre que viene tras las utopías está noqueado, pero no totalmente vencido. Juntos, con coraje, tenemos que aprender a vivir juntos. La vida social es un bien común, pero ya no puede ser sostenido mecánicamente. Tenemos que elegirlo como bien político”.

De entre los muchos platos del menú que ofrecía este fin de semana, hay que destacar el que logró sentar en una mesa a intelectuales, periodistas, empresarios. Allí estuvieron Pedro García Cuartango, jefe de cultura del periódico El Mundo, quien señaló que en la situación actual española no sólo ya no se mira al otro como un bien sino que más bien la mentalidad dominante tiende a parecerse más a una cita de Sartre: “El infierno son los otros”. 

Y con él, Fernando Abril, consejero delegado del Grupo Prisa, quien glosó esa tendencia española: “La persona ya no es lo primero. Con la globalización el margen que queda es muy pequeño, y eso sirve como excusa para que el otro ya no importe, sobre todo si dificulta el buen funcionamiento del sistema. El otro es importante no por él sino por su función: porque vota, porque consume…”.

José Francisco Serrano Oceja


 
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