Rajoy o el error Berenguer

La dimisión del dictador Miguel Primo de Rivera provocó que Alfonso XIII nombrara a otro militar, el general Dámaso Berenguer, para controlar la salida de la dictadura hacia la normalidad. Berenguer despertó la esperanza, pero pronto se vio que no daba más de sí, que no era el hombre que requería la situación, y que las expectativas que había levantado, en aquellos que le jalearon inicialmente y le recibieron con aplausos, se habían frustrado.

Fue entonces cuando Ortega y Gasset escribió el famoso artículo “El error Berenguer”, publicado en el diario El Sol, el 15 de noviembre de 1930, destinado a agitar la conciencia nacional y que concluye con un grito de sepulturero: “Delenda est Monarchia”. A los tres meses, se proclamó la República….

El texto de Ortega comenzaba así: “No, no es una errata. Es probable que en los libros futuros de historia de España se encuentre un capítulo con el mismo título que este artículo…” Y añadía que el señor Berenguer no es el sujeto del error, sino el objeto.

Las comparaciones en y de la historia siempre son difíciles, complejas. Pero la decisión de Mariano Rajoy de retirar la ley de la reforma del aborto le ha convertido, con toda probabilidad, no en el sujeto de un error, que lo tiene cualquiera, sino el objeto. Y ojo a lo que dirán en un futuro los libros de historia.

La causa y razones son múltiples. El hecho de que la política esté sometida a los dictados de la demoscopia, a los de Arriola para entendernos, convierte a la política, sin utilizar las mayúsculas de Aristóteles, en un proceso reduccionista de comprensión de lo que significa el bien de la sociedad y de la persona.

En la situación actual, en la que se está produciendo un cambio profundo en los valores sociales que conforman las relaciones humanas, y por tanto políticas, el PP no cuenta que sus votantes más definidos en los perfiles axiológicos, acabarán pensando que los únicos coherentes en este momento son lo de “Podemos”, una posibilidad absolutamente excluida de su práctica electoral. Si la retirada responde al anzuelo para captar la atención del magma de centro, no debe olvidar que aquellos a los que quiere pescar no van a decidir votar al PP por esta razón, que es de cosmovisión, sino por otras muchas menos categoriales.

La cuestión del aborto, además, no es una cuestión menor. Por no ser sólo religiosa, aunque se haya querido vender así, es la piedra de toque de la esencia de la política pública en la medida en que sintetiza no pocos de los procesos actuales de motivación política. Muestra de ello es la historia del movimiento Provida.

Rajoy cuenta con que el tiempo es la garantía del olvido. Alegrías políticas, y económicas, vendrán que harán olvidar esta medida impopular que, además, ha convertido al político más mutante, respecto a la imagen pública y a su relación con la derecha y la izquierda, de la democracia reciente española en un chivo expiatorio, en una víctima. Un argumento que se puede esgrimir en cualquier debate. Una víctima que deja en evidencia a no pocos.

Mariano Rajoy sabe que esta decisión no es el error Berenguer… pero se le aproxima.

 

José Francisco Serrano Oceja




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