El CETE de Toledo

Constitución del CETE presidido por Mons. Francisco Cerro Chaves.
Constitución del CETE presidido por Mons. Francisco Cerro Chaves.

Me ha llamado la atención que monseñor Francisco Cerro Chaves, un arzobispo que suele pasar inadvertido, pero que, por lo que se ve, tiene las ideas claras, haya recuperado el CETE (Centro de Estudios de Teología Espiritual) de Toledo.

Podría haber utilizado otras siglas. Pero no lo ha hecho. Unas siglas, ya Fundación, que probablemente no digan nada a la mayoría de los lectores, pero que tienen un profundo trasfondo en la historia de la Iglesia en la España contemporánea.

Entiendo que este ejercicio de resucitar el CETE no es sólo un proceso de amortización instrumental de una marca. Imagino que hay una voluntad de diseñar un proyecto cumpliendo los fines para los que don Marcelo ideó esta iniciativa.

Fue una genialidad de aquellas de don Marcelo, que produjo no poco rechazo en su momento, pero que se descubrió que era necesaria, no sólo para actualizar determinadas ideas teológicas sino para que se revelaran nuevos nombres que después contribuyeron decisivamente a la historia de la Iglesia.

Sacerdotes, y no solo sacerdotes, también laicos, de toda España llenaban los Congresos y seminarios organizados por el CETE. Se abordaban cuestiones esenciales referidas a la vida cristiana y a la espiritualidad, por ponentes de primera.

No hay más que repasar los índices de quienes colaboraron con las actividades del CETE en los setenta, ochenta y noventa. Por cierto, que siempre tuvo una notable presencia de teólogos e intelectuales católicos del ámbito internacional.  

Soy consciente de que los tiempos han cambiado. Han pasado ya muchos años desde aquellos sesenta y setenta del inmediato postconcilio. Bueno, aunque es evidente que hay cuestiones que en aquella época estaban en pleno apogeo y que ahora han vuelto a florecer.

No alcanzo a saber si se seguirán organizando aquellas famosas semanas de espiritualidad que congregaban a lo más granado de la teología y de la espiritualidad de entonces. Ni si se va a continuar con el trabajo del pensamiento católico.

No creo que esta decisión de don Francisco sea un mero acto de nostalgia ligado a una especie de justicia reparadora. Esperemos que no. Recuperar estas siglas, dormidas o adormecidas en el tiempo, me parecen un ejercicio de valentía que esperemos dé muchos frutos con el tiempo.

 

En estos tiempos bien complejos.

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