El Dios de Álvaro Pombo

Álvaro Pombo.
Álvaro Pombo.

He leído, con temor y temblor, el libro del escritor Álvaro Pombo “la ficción suprema. Un asalto a la idea de Dios”. También he visto algunas de las entrevistas promocionales.

Desde hace mucho tiempo que suelo frecuentar la obra escrita de este santanderino de la generación de mi padre. Ya se sabe que en Santander casi todo el mundo se conoce y máxime si las sagas familiares hemos estudiado en el mismo colegio, los Escolapios.

Su novela “El héroe de las mansardas de Mansard” me fascinó. Otras, no tanto. Por cierto que su novelística me recuerda mucho a la de otro producto autóctono, Jesús Pardo de Santayana.

Ahora nos entrega un ensayo sobre la idea de Dios. Aunque el título pueda llevar a confusión, -se trata de una cita de un poema de Wallace Stevens-, no es desdeñable que, en estos últimos meses, quien ha hablado de Dios públicamente en los medios no eclesiales, y por no decir con el silencio de los eclesiales, sea un escritor aparentemente alejado del “establishment” eclesial, por no decir, alejado de la Iglesia institucional, con notables lecturas filosófico-teológicas de digestiones varias.

En el libro, que trata “de la experiencia cristiana en la medida en que roza con la experiencia poética de la más indiscutible poesía contemporánea”, pesa su educación, el entorno familiar, sus experiencias de la infancia, adolescencia, su búsqueda de Dios, los caminos de ese peregrinaje, su orientación sexual, su mundo vida, al fin y al cabo.

Dice por ejemplo que “debo aclarar ante todo: mi experiencia católica es infantil y primaria”. Añade en otro momento que “tengo  a veces la impresión de que la moral católica ha incrementado, con el laicismo, su rigidez moralizante y ha apagado o sofocado la gloria de su fundador, la imagen alegre, resplandeciente y luminosa del mundo”. Podría reproducir muchos más párrafos representativos del cóctel interior de Pombo.

Y tendría que añadir que, al fin y al cabo, lo que me importa de este volumen, y del pensamiento de este autor, es su búsqueda de Dios. La modernidad que nos hace modernos le puso una trampa al cristianismo: hacerle entender que es, principalmente, una moral, una ética más en el supermercado ético de nuestro tiempo.

Como diría magistralmente nuestro Benedicto XVI, el cristianismo no es una ética, es un acontecimiento, el encuentro con Cristo. Y esto es lo relevante, incluso para los que buscan en la vía estética. Porque el libro de Pombo es, sobre todo, un andar, unas veces con luz refulgente, otras a media luz y otras a ciegas, por la vía estética tras de Dios. No un Dios abstracto sino un Dios encarnado.

De la jugosa entrevista que le hicieron el suplemento “La Lectura” me quedo con una respuesta suya en la que confiesa que “yo he sido un bohemio y una calamidad toda la vida, sin duda. Pero eso es compatible con estar bien con Jesucristo. Echo de menos hoy en día hablar con alguien cristiano. No con alguien piadosito que reza mucho, hablo de una poderosa tradición. Me cuesta trabajo no ver el mundo con ojos cristianos”.

 

¿No hay nadie cristiano con el que pueda hablar sosegadamente un escritor, poeta, intelectual español en nuestros días?

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