Un dato de la Plenaria de los obispos norteamericanos

Arzobispo Timothy P. Broglio, en su primer discurso de la Asamblea de los obispos de EE.UU. (OSV News photo/Bob Roller).
Arzobispo Timothy P. Broglio, en su primer discurso de la Asamblea de los obispos de EE.UU. (OSV News photo/Bob Roller).

Tengo por costumbre seguir las informaciones de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Norteamericana por varias razones. Entre ellas, cómo se abordan determinadas propuestas sociales que dan respuesta a problemas, no sé si crónicos, en ese país.

Por cierto que en esta última se confirma lo que el otro día me contaron de una reciente visita de unas religiosas dedicadas a la eucaristía a ese país. Los obispos norteamericanos están trabajando a fondo la cuestión de la eucaristía en la vida de los cristianos. Hay, en esa Iglesia, un hambre de eucaristía y una profunda necesidad de formación eucarística.

Por cierto que, aunque no es el momento ni el lugar, hay que constatar que la política informativa de las reuniones de obispos allí se rigen por criterios no asimilables a los que circulan por nuestros predios. Ya se ve que la cultura mediática eclesial en esa Iglesia va por delante de la nuestra. 

Vayamos a lo que me ha llamado más la atención, entre varias cuestiones.

 Justo antes de que concluyera la Asamblea, el obispo Earl A. Boyea, de Lansing, Michigan, presidente de lo que vendría a ser aquí la Comisión del Clero, aunque allí está unida a Vida Consagrada y Vocaciones, presentó los resultados de un estudio, realizado en 2022, a modo de Proyecto Católico, en el que se había entrevistado a 10.000 sacerdotes y religiosos sobre cuestiones referidas a su vida.

De entre las conclusiones del estudio descubrieron que los sacerdotes, en términos generales, desconfiaban de los obispos. Sólo el 24% de los encuestados decían que tenía confianza plena en sus obispos.

Entiendo que este resultado hay que matizarlo en el contexto norteamericano, incluso habría que analizar la literalidad de la investigación. Sobre todo había que ver qué se entiende por confianza y de qué tipo de confianza estamos hablando. Pero el dato me parece alarmante.

Quiere decir, de forma bruta, que ni un tercio del presbiterio confía en su obispo. Si los sacerdotes no confían en sus obispos, ¿en quién confían? 

El obispo Boyea animó a los obispos, según las informaciones, a “incrementar la dimensión de paternidad con los sacerdotes y de fraternidad entre nosotros”, a través de una comunicación personal más directa, con la presencia y reconocimiento de los momentos importantes en la vida de los sacerdotes y mejorando las líneas de información sobre sus vidas.

 

Estas propuestas del obispo Boyea nos dan la pista de qué estamos hablando: de la necesidad de que los obispos tengan una relación personal más directa con sus sacerdotes, se hagan presentes en los momentos relevantes de sus vida, tengan la información adecuada de lo que les pasa.

No es necesario que repita aquí lo que dice el Vaticano II sobre la relación entre el obispo y sus presbíteros.

Lo que no sé es qué ocurriría si en España se hiciera una encuesta parecida.

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