¿Cuál es el problema con los Seminarios españoles?

Encuentro de los obispos españoles en el Vaticano con el Papa Francisco para hablar de los seminarios.
Encuentro de los obispos españoles en el Vaticano con el Papa Francisco para hablar de los seminarios.

En estos días pasados, en los que se hablado mucho de los Seminarios españoles, me he preguntado si, como decían los escolásticos, el más o el menos cambia o no la especie.

Para no alargarme mucho quisiera aclarar una cuestión. Hablar de los Seminarios es como decir qué modelo de sacerdote necesita no la Iglesia y el mundo. Una cuestión que prima facie no parece organizativa sino de otro orden.

Hay un asunto previo al de cómo se organizan los Seminarios, el de las vocaciones al sacerdocio. Aún es pronto para saber cómo este proceso va a afectar a ese trascendental “sí” que pronuncian los jóvenes.

Entiendo que, para la sociedad española, para el gran público, esta cuestión le queda bastante lejos.

Sin embargo, estos días, bueno, para ser sincero, hace un tiempo, tuve que preguntarme qué le diría yo a un hijo mío si me dijera que está pensando ser sacerdote en este contexto, precisamente para garantizar que de verdad ha recibido esa vocación y, por tanto, con la gracia de Dios, la lleve a efecto.

La respuesta inmediata parece clara, en contra de lo que pudiera incluso pensar su madre, que no es el caso: que intensifique su oración y sus conversaciones con su director espiritual. 

Vayamos al asunto. La nota de la Conferencia Episcopal del pasado martes decía: “En España hay erigidos 86 seminarios, distribuidos en diversas casas de formación. Hay un seminario interdiocesano en Cataluña, 14 seminarios que acogen en sus casas de formación a seminaristas de otras diócesis, y 45 seminarios que acogen a sus propios seminaristas. De estos 45, 29 son de las diócesis y 15 son seminarios Redemptoris Mater. Hay también una comunidad de formación de una realidad eclesial de ámbito diocesano”. Muy preciso por cierto no parece eso de “una realidad eclesial de ámbito diocesano”.

En esos días los medios hablaban de 974 seminaristas en el curso 22-23. Hace diez años, cuando se ofrecían datos desglosados de seminaristas por cada Seminario, había 1.307 seminaristas.

En España hay 69 diócesis territoriales más la castrense, 70. Ahora los gestores de la causa establecen la diferencia entre Seminarios erigidos, 86, y casas de formación. Es decir, Seminarios erigidos cuya realidad está en los papeles y Seminarios que son casas de formación, que pueden albergar a varios Seminarios.   

 

Hay un seminario interdiocesano en Cataluña. Dejemos a un lado los 15 Redemptoris Mater. ¿Cuántas casas de formación para seminaristas hay realmente en España que sean diocesanas? ¿44? Con los datos que tenemos, sin una guía explicativa con las tipologías, es muy difícil hacer la media, el cálculo, de cuántos seminaristas hay en cada una de las casas de formación que es un Seminario o varios Seminarios.  

La cuestión de fondo es que seguimos sin saber cuántos seminaristas reales hay en cada casa de formación o en cada Seminario que esté en su casa de formación o en la casa de formación de otro Seminario. Cuántos hay y cuántos debe haber para una adecuada formación. ¿15, 20, 25, 30…?

Ahora voy a ser un poco más provocador. Los Seminarios, tal y como los hemos entendido, son un producto del Concilio de Trento. En esto seguimos siendo tridentinos. Si hay que hacer experimentos, convendría que se hicieran con gaseosa.  

Para que nos demos cuenta de la situación real, tengo que confesar que un lector avezado me envió hace no mucho tiempo una lista con los Seminarios españoles y el número de seminaristas, especificando que había llamado uno a uno a cada Seminario abierto en España. Ya se sabe que cuando hay falta de información afloran procesos paralelos que pueden ser de desinformación.

No lo hemos publicado porque no podía comprobar los datos minuciosamente, aunque, como conozco al lector, me fío de él. Me decía este lector que en 2003 había 68 Seminarios operativos, sin contar los Redemptoris Mater. Veinte años después, señalaba, han cerrado la casa de formación diocesana 26, con lo que están abiertas 42. Me faltan 2 respecto a los números oficiales.

Vuelvo al principio de este artículo. ¿Lo importante? Dios sigue llamando, las familias apoyamos o no apoyamos, los sacerdotes se desviven en hacer la pregunta, en cuidar a los jóvenes que barruntan la vocación sacerdotal, les acompañan, les ayudan, la sociedad no entiende casi nada de esto, incluso se vuelve hostil.

Y luego, ¿qué pasa? ¿Cuál es el problema de fondo de la formación de los futuros curas? ¿Pero qué concluyeron los obispos Fajardo y Trócoli? ¿Dijeron que los seminaristas eran muy tradicionales? ¿Qué es ser tradicional en esto? ¿Es un problema de puntillas y faralaes? ¿Sólo propusieron una reconversión industrial? ¿Con qué criterios? ¿Hay problemas con los rectores, con los formadores, con los directores espirituales?  ¿Con lo que se enseña?

Vamos a ver, ¿qué dice el Concilio Vaticano II respecto a lo que tiene que ser un Seminario y la formación de los sacerdotes? ¿Sigue vigente esa doctrina?

Ah, por último, de momento, ¿Acaso no hemos aprendido nada del pasado reciente de las diócesis españolas, de las que tenían y no tenían seminaristas, por tanto, de las que ahora tienen o no tiene sacerdotes?

Demasiadas preguntas pendientes me quedan. 

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