Cosas que pasaron en Madrid

Leopoldo Eijo y Garay.
Leopoldo Eijo y Garay.

Félix Verdasco García fue un sacerdote, ordenado en 1925, que durante la Guerra Civil sobrevivió en Madrid atendiendo el culto clandestino gracias a un carnet del Partido Sindicalista de Ángel Pestaña.

Trabajó en una oficina del Socorro Rojo. Junto con el sacerdote Hermenegildo López montó una oficina cultural, una tapadera para atender sacramentalmente a los fieles. Oficina en la que trabajaban varios seminaristas que recibían clases de latín y teología.

Su vocación literaria le llevó a escribir unos cuantos libros sobre la historia de la diócesis de Madrid. Su perfil del obispo Eijo y Garay es uno de los mejores escritos.

 Con el pseudónimo “Kodasver” publicó en 1967 “Medio siglo de vida diocesana matritense. 1913-1963. Memorias, recuerdos, evocaciones”.

En la página 49 refiere a llegada a Madrid del obispo Prudencia Melo y Alcalde, cuyo episcopado duró seis años. Perdón por la larga transcripción de texto, pero es una delicia:

“Una tarde del mes de junio del año 17 cruzaba las antoñonas calles del viejo Madrid, bajo palio y entre el bullicio de las gentes y el tañido de las campanas, el nuevo Obispo de Madrid, don Prudencio Melo y Alcalde, trasladado de la sede de Vitoria. Hacía su entrada solemne en la diócesis, y era el sexto de los obispos matritenses. No obstante su recia estampa castellana –pues era burgalés-, su mirada era dulce y su apostura paternal. De palabra poco elocuente, pero fácil y persuasiva. No impresionó a los católicos madrileños, mas tampoco decepcionó. El doctor Melo fue un obispo humilde, sin pretensiones ni altisonancias, de escasa personalidad. Ni en lo disciplinar, ni en lo pastoral hizo cosas del otro jueves. Casi pasó por la diócesis, sin pena ni gloria. Desde luego, a nuestro juicio, apenas si respondía a la realidad lo que se dijo de él, con pretensiones de definición, sacando punta a su nombre y apellidos: “Que era prudente con los hombres, meloso con las señoras y al alcalde con los curas”.

¿Qué fue prudente con los hombres? Lo fue, es verdad, pero tal vez más por timidez que por cálculo. ¿Meloso con las mujeres? Si lo fue, no es porque lo pretendiera. Por otra parte su físico no era para enloquecer al sexo débil. ¿Alcalde con los curas? No sabemos que hiciera ninguna alcaldada, si por ésta se han de entender actos arbitrarios de autoridad”.

Por cierto que, a la altura de 1923, cuando páginas después relata la llegada de don Leopoldo Eijo y Garay a Madrid, el sucesor de Melo y Alcalde, escribe lo siguiente:

“Enorme expectación produjo el nombramiento del Obispo de Vitoria, excelentísimo señor don Leopoldo Eijo y Garay, para Obispo de Madrid-Alcalá. Era muy acusada la personalidad de este prelado entre los obispos españoles. Tanto, que todos coincidían en que era, por sus extraordinarias dotes, el más pintiparado de los obispos para ocupar la sede matritense”.

 

Cosas que pasaron en Madrid.

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