La causa de beatificación de Henri de Lubac

Henri de Lubac.
Henri de Lubac.

El pasado 31 de marzo los obispos franceses anunciaron que iban a solicitar a Roma el inicio del proceso de beatificación del jesuita y teólogo Henri de Lubac.

No olvidemos que la Editorial Encuentro está ahora empeñada, sano y santo empeño, en editar las Obras Completas de uno de los teólogos más importantes de la Iglesia en la época contemporánea. Por cierto que la edición francesa de su obra en la editorial Cerf alcanza los cuarenta volúmenes.

Tengo que confesar que personalmente si he leído de forma sistemática a un autor de teología acreditada ha sido a De Lubac. En particular su eclesiología y, para más señas de entre sus textos, su “Meditación sobre la Iglesia”, con un interesante prólogo del cardenal Ricardo Blázquez.

Iba a decir, incluso, que es lo mejor que le he leído a don Ricardo, pero no lo voy a decir como tal.

Tampoco es el momento aquí de hacer una breve biografía ni una disección de las obras de este teólogo que supo contextualizar y mostrar como pocos qué es lo que supuso el Concilio Vaticano II.

Jesuita, en estos tiempos de protagonismo jesuítico, el P. del Lubac mantiene una actualidad en su pensamiento que, en esto momentos, se nos presenta con cierta urgencia.

No solo por el hecho de que sea uno de los referentes del Papa Francisco, sino porque su comprensión de la naturaleza de la Iglesia, de determinados procesos, también desde el punto de vista histórico, contribuirían decisivamente a frenar algunas dinámicas disgregadoras.

En la noticia de La Croix sobre esta decisión del episcopado francés se recogen dos testimonios que me parecen interesantes. El primero del jesuita Michel Fédou en la página web de la Compañía de Jesús, que dice que “a través de la obra del teólogo Henri de Lubac (1896-1991), emerge un itinerario creyente: una fe atenta a los problemas de la época, enraizada en la experiencia de Dios, alimentada por la Escritura, apegada a la vida de la Iglesia”.

Y el segundo de Jacques de La Rosière, presidente de la Asociación Internacional de Amigos de Henri de Lubac: “Su pensamiento universal va más allá de la teología católica. Ante las dificultades y las situaciones complejas que atravesaba la Iglesia, supo extraer perspectivas iluminadoras, aportando acción y esperanza, una cualidad preciosa en cualquier época... Benedicto XVI me confió hasta qué punto el cardenal tuvo una influencia determinante en él. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando algunos clérigos dudaban sobre qué actitud adoptar frente al régimen de Vichy, el cardenal de Lubac no vaciló y se unió a las filas de la Resistencia con el padre Chaillet (fundador de los Cahiers du témoignage chrétien, nota del editor). Cuando se le prohibió enseñar en los años 50, mostró un respeto y una obediencia notables, a pesar de la brutalidad y la injusticia de la decisión. Es poco conocido que era un hombre de gran bondad, en particular con sus alumnos, a los que recibía y a los que escribía. Abundan los testimonios en este sentido”.

 
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