Católicos y política hoy en España

Presentación del libro de Ricardo Calleja.
Presentación del libro de Ricardo Calleja.

Me ha llamado la atención el planteamiento que el profesor del IESE, Ricardo Calleja. ha hecho como introducción a ese vademecum de textos del papa Benedicto XVI recién editado por Encuentro, y titulado “Vivir como si Dios existiera”.

Joseph Ratzinger, que bien pudieran nombrarle ya Doctor de la Iglesia universal, nos ha estado intentando explicar, en su diálogo con la modernidad, que es posible que en las sociedades actuales, en vez de seguirle el juego a Hugo Grocio y actuar “como si Dios no existiese”, se podría actuar “como si Dios existiese”.

A primera vista, esto rompería con el marco general, con el modelo común que nace de la pérdida del criterio de la autoridad y que se mueve en las procelosas aguas del proceso de secularización.

Aquí y ahora se respeta que los ciudadanos crean, mientras que la creencia no tenga repercusiones más allá de la línea divisoria entre lo público y lo privado.

En cuanto se traspasa esa línea, saltan las alarmas. Ocurre, en una sociedad pluralista, emotivista, fragmentada y polarizada, cuando se trata de gestionar los derechos de las minorías, sobre todo  de las minorías que pivotan sobre identidades referidas a fundamentos antropológicos.

Pero claro, estamos en un  momento en el que se están resquebrajando los cimientos de la representación institucional, que es como decir, de la democracia. Y esto implica una necesaria regeneración desde el punto de vista, primero, de los presupuestos sobre los que se asienta el sistema, y segundo, en los procesos.

Respecto al primer punto, conviene volver siempre al diálogo Habermas-Ratzinger. Respecto al segundo, a los grandes discursos del Papa.

Propone el profesor Calleja la metáfora del árbol. Las ramas serían la incidencia en el plano de la legislación y de las políticas ordinarias, regidas por el principio de mayorías y por la opinión pública.

El tronco son las instituciones y los textos constitucionales. Y las raíces, los fundamentos pre-políticos, el sustrato cultural valorativo básico sobre el que se asienta el proceso, y del que deviene el proceso. Este nivel tiene que ver también con la historia, con la cultura y con la civilización.

 

Habría que, en este momento, darle la vuelta al árbol. La prioridad de presencia cristiana pasa por el testimonio de los creyentes en los asuntos comunes, sin exigir privilegios ni discriminaciones. Sería un eco de la minoría culturalmente creativa en la actuación prepolítica.

Luego está el trabajo en el plano del tronco, los textos constitucionales y las instituciones del Estado.

Y por ultimo, los procesos legislativos y de opinión pública.

Aplicado a la situación actual de España, el análisis daría mucho juego. Primero, en el sustrato prepolítico, ¿dónde están las minorías creativas de incidencia cultural?¿Dónde están en la sociedad, en los partidos, en el mundo de la intelectualidad? Tengo que confesar que aquí se me ocurriría ahora hablar de NEOX, por ejemplo.  

En el nivel del tronco, creo que hay una deducción clara, la necesidad de defender la Constitución española desde los principios que la hicieron posible, los principios del consenso, de la reconciliación.

Más compleja es la presencia en las ramas, el plano de los partidos, las legislaciones y la opinión pública. Ahí se da, por ejemplo, la tensión entre VOX y el PP en lo que respecta a la conciencia cristiana, dado que VOX ha asumido el proyecto de las raíces culturales, primer nivel de sustrato –raíces-, mientras que el PP silba al tendido instalado en el pragmatismo del tercer nivel-ramas-, intentando salvaguardar el segundo -tronco- e incompareciendo en el primero -raíces-.

Del PSOE y de los cristianos en el PSOE, ni están, ni se les espera. De Podemos y radicales varios, vacío y nada, por mucho que planteen temas sensibles a la conciencia cristiana, que al final instrumentalizan, como los referidos a la pobreza, la exclusión o la ecología. 

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