Algunos autoengaños

En un reciente encuentro sobre los cristianos perseguidos, el catedrático de filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla, Francisco José Contreras, tuvo una intervención pública que no debe pasarnos inadvertida.

No sólo por el hecho de que la persecución de los cristianos en Oriente Medio, y no solo allí, sea uno de los temas de nuestro tiempo, sino por lo que sus palabras llevaban de carga de análisis en profundidad de la sociedad occidental.

Partía del supuesto de que, a la hora de afrontar las masacres de cristianos, nos topamos con “una pulsión suicida en un sector de la sociedad que se siente fascinado por cualquier movimiento que prometa subvertir el orden establecido mediante la violencia: el comunismo o el fascismo en el pasado, el islamismo en la actualidad”.

El actor principal en esta trama de la pulsión pro la violencia es la extrema izquierda, que “odia a la civilización occidental y mira con simpatía todo lo que pueda representar una amenaza para ella. Melanie Phillips ha dedicado páginas jugosas a lo que llama el eje rojo-islamico, discernible por ejemplo en la posición rabiosamente anti-israelí y pro-palestina de los “progresistas”; Jorge Verstrynge ha jaleado la “simbiosis anti-imperialista” de la izquierda bolivariana con el islam; Pablo Iglesias imparte doctrina desde la cadena iraní HispanTV”, apuntó Contreras.

Según este Catedrático de Filosofía del Derecho, “esta afinidad de la extrema izquierda con el islamismo responde a la lógica de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, y se basa por tanto en una profunda aversión a las propias raíces. El Occidente “progresista” es cristófobo, como lo es el islamismo.

A la hora de glosar los “autoengaños occidentales” nos encontramos con la interpretación del conflicto de civilizaciones con el Islam radical como un problema socio-económico.

Y también con el hecho de que las sociedades europeas del siglo XXI “carecen de un ideal grande, un proyecto colectivo al que pueda resultar ilusionante incorporarse”. Una Europa que en realidad se desprecia a sí misma no puede inspirar respeto a los recién llegados. “Chantal Delsol ha hablado de la voluntad de vacío –la voluntad de no tener identidad- como el rasgo definitorio de la Europa actual. Y Jean Sévillia ha escrito que “no se combate el fanatismo con el vacío, sino con lo que da sentido””, concluye Francisco José Contreras. 

 
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