El abrazo del Papa a Comunión y Liberación

Audiencia de Comunión y Liberación con el Papa Francisco.
Audiencia de Comunión y Liberación con el Papa Francisco.

Había mucha expectativa, dentro y fuera del Movimiento de Comunión y Liberación (CL), con el encuentro que tendrían el pasado sábado con el Papa Francisco. El reciente proceso en esta realidad eclesial es muy sintomático respecto a lo que está pasando en la Iglesia, incluso en diversos y distintos ámbitos.

Lo primero que hay que decir, pasado ya el acto, es que hacía bastante tiempo que no se veía así la Plaza de San Pedro y la Vía de la Conciliación. Más de sesenta mil miembros de esta realidad eclesial, sin la cual no se entiende la historia de la Iglesia contemporánea.

Más allá de las dialécticas al uso, CL representa una evidente manifestación del Espíritu ante el cambio histórico que se gestó en los tiempos posteriores a la II Guerra Mundial y que cristalizó en el mayo del 68. No diría yo que CL es una respuesta al mayo del 68, del que aún vivimos por cierto, con todo lo que eso supone, pero casi.

Ese cambio histórico interpelaba a la Iglesia, a su teología, a la forma de su apostolado, a la comprensión de las relaciones entre mundo-Iglesia, gracia y naturaleza. Ahí, don Giussani fue un “novum”.

Lo segundo que me gustaría destacar es la presencia, en primera fila, de Julián Carrón, hasta hace bien poco Presidente Internacional de CL. No hay que olvidar que Julián Carrón fue elegido personalmente por don Giussani, aspecto éste que parece se ha desfigurado. Se pueden imaginar que si el fundador elige a su sucesor lo hace porque reconoce en él una presencia eximia y potencialmente constructora del carisma.

No fueron fáciles los tiempos que le tocaron a Carrón. El Papa tuvo con él unas palabras que, para no comentar, reproduzco íntegramente. Más me llama la atención lo que viene después de esas palabras: “Tenemos que agradecer al Padre Julián Carrón su servicio de guía del movimiento durante este periodo y por mantener firme el timón de la comunión con el pontificado”.

De lo que no se puede dudar es de que Carrón, efectivamente, mantuvo firme la comunión con el Pontífice.  Esperemos que llegue un día en el que se agradezca a Julián Carrón todo lo que hizo por la Iglesia y se aclare lo que, algunos dicen, que no hizo. Y no porque este sacerdote madrileño busque nada de esto.

Tercer aspecto que hay que destacar, el discurso del Papa. Para nada un discurso de trámite, circunstancial. Un parlamento bien pensado, bien meditado, que comienza con una preciosa “captatio benevolentiae”: “Estamos reunidos para conmemorar el centenario del nacimiento de Mons. Luigi Giussani. Lo hacemos con gratitud en nuestros corazones. Expreso mi gratitud personal por el bien que me hizo, como sacerdote, meditar algunos de los libros de don Giussani; y lo hago también como Pastor universal por todo lo que supo sembrar e irradiar por doquier para bien de la Iglesia”.

El análisis detallado de los temas y argumentos del discurso darían para muchos más artículos. Personalmente lo que más me interesa es que el Papa haya resaltado el carácter paternal de don Giussani, y esa paternidad que se expresa en la Comunidad y en la realización del carisma.

 

También la dimensión, permítanme, la pedantería “del kairós del carisma”, es decir, esa dimensión de la formulación de la respuesta del Espíritu, de la gracia, a las necesidades del corazón insatisfecho del hombre de hoy. Lo que hace que un carisma sea actual, viable históricamente, atractivo para el hombre y la mujer de hoy.

También lo referido a la capacidad pedagógica de don Giussani para dar razón de su fe y de su esperanza, y de su caridad, al hombre y a la mujer de hoy.

La proporcionalidad entre el carisma de don Giussani, el carisma que trajo don Giussani y el actual de la vida de Comunión y Liberación queda preservada  por la capacidad de sorprender e interpelar de cada uno de sus miembros con el  testimonio de su vida.  

Otros aspectos del mensaje me sorprenden, por lo que implican de discernimiento del carisma en la historia que en este caso no lo hace un jesuita sino el Vicario de Cristo en la tierra, Pedro, el otro Pedro.

Quizá la sociología de la religión esté influyendo demasiado en la comprensión de la dinámica de los carismas en la relación con la dimensión institucional. El tránsito generacional en los procesos de institucionalización del carisma, que no de rutinización, por citar a M. Weber, son también expresión del Espíritu y no deficiencia del Espíritu.

Entiendo que el discurso del Papa, que también es proyectivo, marcará, de una forma u otra, el futuro inmediato, y será estudiado y debatido. Ese sano debate que caracteriza a los miembros de este Movimiento, y que es ejercicio de una forma de entender la racionalidad constitutiva a lo humano. 

Me quedo, al fin y la cabo, con el gesto, el abrazo del Papa a Comunión y Liberación. Lo necesitaba.

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