El aborto de cada día

Bebé en el vientre materno.
Bebé en el vientre materno.

El aborto ha vuelto al primer plano del protagonismo social y mediático. Da la impresión de que el Gobierno de Pedro Sánchez y sus camaradas neocomunistas de Podemos no se quieren ir de La Moncloa sin dejar “atadas y bien atadas” una serie de leyes que tienen incidencia directa en la configuración moral de la sociedad y que afectan a la vida de las personas.

Entre otras razones porque saben que a la derecha política, que no sé si se corresponde con la derecha social y cultural, estas cuestiones les queman las manos.

Después del caso de las medidas para la defensa de la vida en Castilla y León tenemos claro que el PP reconoce, al menos en su política oficial, el derecho al aborto como un derecho de la mujer.

Allá ellos. Así apuntalan los cuatro millones de votos de VOX. A veces da la impresión de que el PP no se ha enterado aún de que existe VOX y de que le va a ser muy difícil gobernar sin el apoyo de VOX.

Es posible que entender el aborto como un derecho de la mujer estuviera asumida en el PP por la cultura de la estructura del partido. Dudo que gran parte de sus militantes y de sus votantes la hayan comprado tan acríticamente.

Por cierto que ese caso de Castilla y León sirvió también para que el Gobierno aprovechara la corriente y la convirtiera en una marea femenina contra VOX. Los gurús de las encuestas saben que un voto clave para las próximas elecciones es el voto de la mujeres de mediana edad. Un voto que querían descartara definitivamente a VOX, que querían reaccionara negativamente ante determinadas propuestas políticas.

En esas estamos cuando el teledirigido Tribunal Constitucional aprieta el acelerador en la cuestión del aborto. Y dentro de menos de un mes, la eutanasia, y la educación. Más prisa para dejarlo todo atado y bien atado.

El problema radica no en este escenario destinado a que se asiente definitivamente la normalización social del aborto. El problema está en que con la nueva ley que propone la ministra Montero, el embarazo se convierte social y personalmente en un problema y el aborto en una solución.

Ya no estamos en la época en la que el aborto era un problema. Ahora es la solución para la mujer. De hecho, leyendo la ley y desentrañándola parece que todo el sistema, mediático, de ideas, moral, social, económico, legislativo, apunta a que la decisión más fácil, rápida y sencilla, para la mujer embarazada, sea la de abortar. Se banaliza el aborto hasta extremos insospechados.

 

Y esto ocurre en medio de un silencio generalizado sobre lo que está pasando con el aborto. Un silencio no respecto a las dimensiones políticas, los efectos y contextos políticos, el juego de partidos, sino sobre el fondo de la cuestión.

Esta espiral de silencio que se genera sobre lo que es y significa el aborto, también desde el punto de vista científico, hace que quienes salgan al escenario público a proponer una cultura de la vida, a ofrecer argumentos de razón destinados a defender al concebido y no nacido, sean percibidos socialmente como unos extemporáneos, raros, opositores al progreso, refractarios ajenos a la realidad social.

Hablando de palabras y de silencios, si el único que se empeña en hablar de la necesidad de frenar el aborto es Jaime Mayor Oreja, si el único partido que se ha atrevido, y ya vemos con qué éxito, a plantear políticas en defensa de la vida es VOX, pues saquen ustedes las consecuencias de las premisas del silogismo anterior.

Quizá esto explique el silencio de la Iglesia. Es probable que alguien piense que si habla de la vida, en contra del aborto, a favor de la mujer embarazada, se le identifique con Mayor Oreja, y lo que significa, o con VOX. Y así estamos. 

Nos olvidamos, por cierto, de argumentos como el de que entorno al 40 por ciento de los abortos son de mujeres inmigrantes -añadida injusticia social-, que nueve de cada diez mujeres que han querido abortar y se les ha acogido y se les ha dado ayuda y compañía en ese proceso, no lo han hecho, que…

   Una cuestión última. Hay que seguir dando la batalla política y social, esto es indiscutible. Si no hablamos nosotros, hablaran las piedras. En Estados Unidos hay una dirección contraria a la española, y europea. El aborto es el síntoma más evidente de una crisis de civilización.

Y segundo, junto a esa tarea, está la de la obligación de conciencia  en el tú a tú, en nuestros entornos, respecto a la necesidad de sembrar una cultura de la vida.

Creo que no es necesario que cite lo que dijo Julián Marías sobre lo que representaba el aborto en nuestra sociedad. Lo estamos palpando.

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