“Ricardo será cardenal...”

Si existe una decisión libre del Papa que determina la orientación de su ministerio es, por naturaleza, la creación de cardenales. La coherencia del Papa Francisco se ha expresado, una vez más, en este consistorio de las periferias geográficas que, en cierta medida, lo eran también eclesiales.

Como habrá oportunidad de glosar, e interpretar, esas designaciones en el momento de su creación, centrémonos en lo inmediato, por eso del criterio periodístico. Es decir, en la persona y personalidad de don Ricardo Blázquez, Presidente de la Conferencia Episcopal y arzobispo de Valladolid, nuevo cardenal de la Iglesia en España.

Son muchas las razones que se pueden aducir que acompañan este señalamiento. No se trata solo del hecho que don Ricardo acompañara al entonces cardenal Bergoglio en la Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Aparecida, y le ofreciera su ciencia teológica en varios momentos de la redacción del documento final. Tampoco de recordar que don Ricardo ha prestado un impagable servicio a la Iglesia en la peliaguda cuestión de los Legionarios de Cristo.

Probablemente de lo que se trata –y ahí están los mensajes del Papa Francisco para España- es de ofrecer una lección de colegialidad, en diversos sentidos.

El primero, el Papa crea cardenal al Presidente de la Conferencia Episcopal en su último mandato natural por razones de edad, cuando no hace mucho nombró arzobispo de Madrid al vicepresidente.

Segundo, el Papa designa cardenal a un obispo con una trayectoria dentro de la Iglesia en España que representa y sintetiza la historia misma de la Iglesia patria. A saber, catedrático de la Universidad del Episcopado, vivero de generaciones de obispos; obispo auxiliar del cardenal Rouco Varela, con lo que entronca su trayectoria en la primera forma práctica de ejercer el ministerio de un hombre clave para la historia de la Iglesia; posteriormente, los no fáciles episcopados de Palencia y de Bilbao, con lo que establece cercanos vínculos con el cardenal Fernando Sebastián, ya procedentes de Salamanca; y, por último, la designación de Valladolid, un arzobispado clave en la historia de una tierra que, probablemente en estas calendas sea casi solo historia.

Tercero, aviso sobre la forma de ejercer el ministerio episcopal en España. De don Ricardo se puede decir que es el obispo de la verdad tranquila, del trabajo silencioso y eficaz, alejada de quienes tienen la tentación de hacer política “carrerista”.

Y cuarto y último, de momento, una señal de no concentración de identificaciones ni de ejercicio de potestad. Un dato que encaja con la personalidad del Papa, que no quiere singularidades patrimoniales del ejercicio de autoridad, ni en sedes.

Enhorabuena por don Ricardo y enhorabuena por la Iglesia en España. El Papa Francisco ya ha enviado bastantes mensajes ya para saber de qué estamos hablando.

 

Recuerdo aquella mañana del mes de julio, cuando el entonces director del Programa español de Radio Vaticana, Guillermo Martín Rodríguez, abulense y compañero de don Ricardo en el Seminario, me decía, mientras preparábamos el boletín de mediodía, hace de esto unos cuantos años: “Ricardo será cardenal, y tú lo verás”.

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