Regresa el perro verde

Los lectores de esta columna recordarán que el primer premio a la crónica periodística de la JMJ de Madrid, ahora que estamos de aniversario, se lo llevo el viejo sabueso del periodista Arturo San Agustín con su libro “Un perro verde entre los jóvenes del Papa”. Pues ha vuelto. En la misma editorial, Khaf, y con otras ínfulas. Lo digo porque nos ha salido viajero, bueno, siempre lo fue, y ahora nos llega de Turquía y de Roma, casi nada, en donde ha acompañado al arzobispo de Tarragona, monseñor Jaime Pujol, en un viaje no sabemos si oficial u oficioso, que parece ha organizado santa Tecla, patrona de la urbe más que recóndita.

He leído que hay quien dice de la pluma del perro verde que es la del Gay Talese español, o catalán, para más señas. Ya quisiera el escritor estadounidense. Ya quisiera tener la cantidad suficiente de sangre mediterránea, por mucho que el periodista universal sea descendiente de italianos, y las inquietudes por el misterio, que se palpan en los cuadernos de bitácora de lo humano y de lo divino de San Agustín. No hay más que acercarse a las páginas, cargadas de sentido, sentimiento, sensibilidad, sabores y sensaciones del libro “En Tarso ya no doblan las campanas”, para darnos cuenta de lo que tiene que ver la distancia entre Dios y el hombre, o entre el hombre y Dios, con la de los hombres entre sí y la de los hombres con la historia. Párrafo tras párrafo, esta crónica de un viaje, que aún no sé si fue mucho, algo, poco, nada, oficial, rezuma razón, historia y sentido. En resumen, verdad.

Y no digamos nada de los capítulos dedicados a la crónica de la beatificación de Juan Pablo II, certificados por nuestro querido notario lírico de la historia, que se hace vida entre episodios publicitarios de intrigas y sospechas. Porque desde que asentaron plaza los padres de la sospecha, no sé si ése es un buen método para acercarnos a lo religioso.

Ahora que están de moda los mayordomos, las perlitas, los cheques, las conspiraciones intramuros y extramuros, el renacimiento de las leyendas, de las sagas y de los juegos entre las cátedras y los tronos, nos sale Arturo san Agustín con algunas magistrales páginas dedicadas a personajes no del todo identificados, Francesco Endrigo, Roberto Cancelletto y Giancarlo Corsini, entre otros, que hacen posible una de las más interesantes explicaciones de lo que es y significa el Vaticano y la Santa Sede.

Claro que la historia termina donde empieza. Todo muy Aristotélico. En Tarragona, y en un Museo bíblico que hay que visitar… No les cuento más, para no chafarles la historia del perro verde… que tiene otro color.

José Francisco Serrano Oceja jfsoc@ono.com

 
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