Rajoy con el Papa

Una vista, preparada ya desde hace meses, hasta el punto que llegó a tener día en el calendario, el 3 de marzo. Posteriormente a esa fecha el jefe del Gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, viajó a Roma para preparar la vista y cerrar la agenda.

La visita de Rajoy al Papa Francisco tiene alguna peculiaridad que no debe ser olvidada. Si bien es cierto que el gobierno del PP ha dado un paso adelante, al menos en los papeles, con la asignatura de religión en la escuela, -algo que a la Santa Sede no se le ha pasado, porque de estas cuestiones no se les suele pasar ninguna-, no son poco los temas que están pendientes. Casi se podría afirmar que los mismos que con el Gobierno de Zapatero, aunque con modulaciones y todos radicalmente distintos.

El hecho de que el Gobierno del Partido Popular no haya mostrado la mínima sensibilidad respecto a la legislación sobre el matrimonio es un dato al que los Palacios Apostólicos son especialmente sensibles. Y máxime si quien se sienta en la silla de Pedro demostró un peculiar atención a esta materia en su país natal.

No digamos nada de lo que respecta a las políticas familiares, o a la cuestión de la legislación sobre el aborto. Con solo seguir de cerca las decisiones del ministerio de Ana Mato, la financiación de las campañas, a determinadas asociaciones, grupos y demás familia –por utilizar una ironía que no funciona en la radio-, para darnos cuenta de que hay ministros del PP que, en determinadas materias, ni están, sin se les espera.

Bien es cierto que siempre queda el recurso de que hable el ministro del Interior, Jorge Fernández, la cuota católica por excelencia. Mejor él que otros ministros, por cierto.

Uno de los temas que con mayor probabilidad estarán presentes en la conversaciones será el de las instrucciones del Gobierno de España a sus representantes en las altas instituciones europeas. Recientes casos en la UE de debate sobre aspectos relevantes de próximas directivas han puesto en evidencia que el gobierno de Rajoy aún no se ha dado cuenta de que la Santa Sede pone todos los ojos de su diplomacia en la política internacional, y mira con detenimiento los apoyos de determinadas propuestas. No se acaban de creer cerca del Tíber que los representantes españoles, en algunas causas, estén haciendo lo mismo que se hacía en el Ministerio del Exterior en los ejecutivos de Zapatero.

Lo que no pocos se preguntan es si servirá la visita de Rajoy al Papa para que nada más regresar realice un gesto de acercamiento a la Conferencia Episcopal Española. Un gesto necesario, no sólo con su cúpula, también con los obispos. Sería una forma de que Rajoy saliera de su letargo.

José Francisco Serrano Ocejajfsoc@ono.com

 
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