Polo, Trías, Platón, Newman y unos más

Malos días para la lírica y buenos para la oración y el pensamiento, ejercicios del alma habitada por la gracia. A lo que estamos, en lo que hemos estado: Benedicto XVI, fuerza irresistible en la historia, nos está obligando a rezar y a pensar. Quizá necesitemos un poco de silencio para acabar con el silencio mediático sobre lo esencial.

Y pensé, incluso lo dije en el curso de doctorado, para escándalo de alguno de mis alumnos, mientras explicaba la relación, amigo Hume, entre juicios de hecho y juicios de valor y su influencia en las rutinas periodísticas de hoy: Benedicto XV acaba de leer a Platón y a Newman. Fue mi tesis.

Pues hete aquí que me encuentro que el enviado espacial de "La Vanguardia" a Roma, Antoni Puigverd, que comienza su crónica transcribiendo una conversación con Marc Carrogio, la titula "De Platón a la mística". Y respecto a Newman, no se pierdan los lectores el texto de Joseph Ratzinger, "Conciencia y verdad". Y ya el círculo se cierra cuando el profesor Francisco Molina utiliza el pensamiento de Leonardo Polo para comentar ese texto de Ratzinger.

A lo que vamos. Platón nos enseñó que la filosofía era un ejercicio que nos enseña a morir, y por ende a vivir. Prefiero que Sócrates, ese magnífico Sócrates de Paul Johnson que acaba de traducir Juan José García Norrro, hable. Sócrates conversaba con zapateros y sofistas, con pescaderos y políticos, con jóvenes desocupados y dramaturgos de éxito, y que nos enseñó la coherencia, y un poco de integridad. Pensamiento y vida, y ahí llega la virtud, y las elecciones éticas, lo correcto y lo incorrecto, la razón y la pasión.

Lecciones primeras y elecciones últimas, en el límite. Polo y Trías.

Me inquietó una pregunta, por eso de que se debatió sobre el hecho extraordinario y Ortega y Gasset. Y tuve la respuesta. Pregunté y tuve la repuesta.

Eugenio Trías pidió los últimos sacramentos en las horas previas a la muerte y fue enterrado después de una liturgia eucarística católica, presidida por el teólogo catalán José María Rovira Belloso, con quien mantenía una fecunda amistad en la que se habían cruzado cartas públicas, y prólogos. Y la homilía de Rovira Belloso, una joya intelectual.

Quizá mi pregunta pudo ser un reflejo de la curiosidad periodística, o un estímulo de la sorpresa. Sorpresa, que no sospecha, el método cristiano frente a la soberanía de la historia. Sorpresa ante el límite, ante la vida y el pensamiento de estos hombres que han entretejido la historia, y nuestra historia. Sorpresa ante la conciencia. Pensadores de la conciencia. Santos de la conciencia.

José Francisco Serrano Ocejajfsoc@ono.com

 
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